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San Agustín: la mujer, fuente de vida

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En el Día Internacional de la Mujer, recogemos varios textos de San Agustín en los que destaca la igualdad de la mujer y el hombre y su papel necesario en la vida 

La mujer es necesaria para la vida, es inteligencia, es sabiduría, es una parte fundamental de la historia de la humanidad. En gran parte de sus obras, San Agustín ensalza su papel y su labor  en la sociedad. Es igual que el hombre y hasta más que el hombre. En el siglo V, en un contexto poco propicio para hablar de la igualdad de géneros, San Agustín defenderá en todo momento la equidad, sin menospreciar a las mujeres.

«¿Cuánto más conveniente no es para convivir y hablar la reunión de dos amigos que la compañía del hombre y la mujer?»

En sus Comentarios al Génesis, San Agustín nos recuerda, como nos recuerda la Palabra de Dios, la absoluta igualdad entre el hombre y la mujer. Ambos han sido creados a imagen y semejanza de Dios; ambos invitados a participar en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, los dos tienen un inmensa dignidad, ninguno por encima del otro.

Las mujeres, necesarias para la vida

«Si la mujer no fue creada para ayudar al hombre en la generación de los hijos, ¿para qué ayuda fue creada?». En los Comentarios al Génesis, San Agustín destaca sobre todo el papel que Dios le ha dado: el de engendrar la vida en su vientre. Es su principal función, según Agustín; es fuente de vida.

«Es vergonzoso que un varón diga que es imposible lo que hace una mujer»

En la obra La bondad del matrimonio, San Agustín destaca el papel fundamental de la mujer en el matrimonio. Es una de las dos columnas que sostienen el matrimonio. Más concretamente, San Agustín dirá que «es deshonroso» que un varón diga que es imposible lo que hace una mujer. En este sentido, equipara las acciones de la mujer a las del hombre, comenzando por la castidad.

Y es que San Agustín es el único padre de la Iglesia que estuvo casado y compartió su vida con su anónima esposa durante más de una década. Por tanto, cuando habla de la mujer, no lo hará como una teoría sino desde la experiencia de haber vivido el matrimonio.

La historia de Ecdicia en la carta 262

En la carta 262, San Agustín se dirige a una mujer, Ecdicia, quien le pide consejo después de que su marido haya sido sorprendido con otras mujeres. El obispo de Hipona alaba que ella sí que ha mantenido su castidad. «Tú eres mucho más inteligente que tu marido», le llega a decir. Pide a Ecdicia que ella, que tiene más sabiduría, ayude a su marido a recuperarse de su error y cobije su familia.

San Agustín mantendrá correspondencia con otras mujeres -Florencia, Paulina, Proba-. En todas esas cartas manifiesta un profundo respeto hacia la sensibilidad femenina y sabe tocar las fibras más profundas de su personalidad y su espiritualidad.

La mujer y el hombre, en De Trinitate

En una de sus obras más conocidas, De Trinitate, San Agustín recalca la realidad que el hombre y la mujer han sido creados a imagen y semejanza de Dios, en igualdad de condiciones, pero en diferencia de funciones. Rompe con el paradigma de activo-pasivo para el hombre (activo) y la mujer (pasivo). Dice que al hombre le corresponde la faceta de la sabiduría (lo pasivo) y a la mujer le corresponde la faceta de la ciencia y la inteligencia (lo activo).

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