El agustino recoleto Gabriel de la Concepción introdujo durante su generalato en la década de 1630 el canto del Ioseph en cada comunidad de la Orden.
La devoción a San José ha estado ligada a la Recolección agustiniana desde su comienzo. Cuenta las Crónicas la gran confianza que su protección suscitaba en muchos religiosos agustinos recoletos. Tal era el fervor hacia el Patriarca que en 1669 se declaró a san José Protector de la Orden. En el punto 80 de las Constituciones se puede leer: «La devoción y el culto a san José, especial protector de la Orden, constituye también parte de la espiritualidad agustina recoleta».
Una de las prácticas que forman parte del «culto a San José» que se indica en el documento normativo es el canto del Ioseph. «Los sábados y celebraciones litúrgicas de la santísima Virgen y en la solemnidad de san José cántese en común la Salve Regina y la antífona Ioseph», dicen las Constituciones en su punto 79.
Hay que remontarse a 1637, la fecha en la que se incluye la obligación de esta entonar este canto dentro de las primeras Constituciones de la Orden. El agustino recoleto Gabriel de la Concepción fue el gran promotor de su devoción. En su etapa en el generalato, desde 1630 a 1634, el religioso introdujo el canto del Ioseph en la comunidades agustinas recoletas. Era el primer acto cultual común de la Recolección en honor del santo. Sería el primer paso, pues en 1650 se inició la celebración solemne de su fiesta el 19 de octubre y finalmente fue nombrado Protector de la Orden en 1669.
El canto del Ioseph reproduce exactamente las palabras que el ángel del Señor dijo a San José mientras dormía, según recoge el Evangelio de San Mateo: «José, hijo de David, no temas acoger a María». La antífona se entona todos los sábados, junto con el rezo de la Salve, así como en la solemnidad del 19 de marzo. La bonita tradición se ha conservado a lo largo de los siglos y mantiene viva la devoción por San José que sentían los religiosos recoletos del primer siglo.
Joseph fili David,
noli timere accípere
Maríam cónjugem tuam:
quod enim in ea natum est,
de Spirítu Sancto est:
páriet autem fílium
et vocábis nomem ejus Jesum.
Allelúja
José, hijo de David,
no temas recibir
a María tu esposa:
porque lo que en ella se ha engendrado
es obra del Espíritu Santo.
Y dará a luz un hijo
y le pondrás por nombre Jesús.
Aleluya