Al amparo de los Agustinos Recoletos, en el antiguo Convento del Pópulo de Sevilla, nació la devoción al conocido Cristo de los Gitanos, que hoy supera las fronteras de Sevilla y España.
El Miércoles Santo de 1759, la nueva hermandad de Semana Santa que recientemente habían creado un grupo de gitanos del sevillano barrio de Triana procesionaba por primera vez desde el convento de los Agustinos Recoletos, conocido popularmente como ‘el Pópulo’. El año anterior ya se había preparado todo para que la cofradía pudiera realizar su primera procesión, pero la lluvia obligó a aplazar este histórico momento. Ese Miércoles Santo, la Hermandad realizó su primera estación de penitencia con las imágenes del Señor de la Salud y Nuestra Señora de las Angustias.
Los hermanos de la nueva hermandad probablemente no imaginaran que ese momento era el comienzo de una historia de fe que se mantendría y expandiría en el tiempo. Al amparo de los agustinos recoletos nació la devoción al conocido Cristo de los Gitanos de Sevilla. El actual mercado del Arenal fue la primera casa del Señor cuyo fervor creció de tal manera que superó los límites de la propia ciudad e incluso de España. El poeta Antonio Machado le dedicó unos versos hoy famosos a los que les puso música el cantante Joan Manuel Serrat: “Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar”.
La Hermandad, en el Convento del Pópulo
Entonces, en 1759, la Hermandad estaba dando sus primeros pasos. En 1753 había sido fundada por un grupo de gitanos encabezados por Sebastián Miguel de Varas en el convento trianero del Espíritu Santo. Era un momento muy complicado para las personas de etnia gitana: en España eran perseguidos y encarcelados. No obstante, a los pocos meses de haber sido fundada en el convento de Triana, la Hermandad tuvo que abandonar su primera sede canónica. Por ello, pidieron a los religiosos agustinos recoletos ser acogidos en el convento del Pópulo. El prior de la comunidad Fray Agustín de San José dio su consentimiento en 1754 para que la Hermandad erigiera su sede en el convento.
Los Agustinos Recoletos estaban en Sevilla desde 1624. La ciudad era el principal puerto de conexión para el comercio y la navegación entre España y América. Por eso, la congregación decidió establecer en la ciudad una comunidad religiosa que sirviera de casa de acogida para los misioneros que partían desde la ciudad hispalense hacia Filipinas y las Américas, o regresaban de la misión. Así, se levantó el convento bajo la advocación de Santa Mónica. El primer prior de la comunidad fue Fray Pedro de la Asunción.
El nombre del convento cambiaría dos años más tarde de su fundación. El 25 de febrero de 1626 las fuertes lluvias desbordaron el río Guadalquivir. La crecida fue de tal magnitud que el agua descolgó una pintura con una imagen de la Virgen y el niño, que se veneraba en una casa particular bajo la advocación del Pópulo. Junto con el cuadro cayó también una lámpara, que permaneció encendida durante tres días junto al lienzo, que no sufrió ningún daño. Por ese motivo, sus dueños donaron el cuadro a los agustinos recoletos para que recibiera veneración en el convento, que pasó a ser conocido como del Pópulo.
Entre estos muros se forjó la relación de los Agustinos Recoletos con Sevilla, así como la devoción por el Cristo de los Gitanos. Las imágenes de la Hermandad, ambas atribuidas al escultor barroco José Montes de Oca, comenzaron a recibir las oraciones de los sevillanos, especialmente de los gitanos que vivían en la necesidad y que encontraban en el Señor de la Salud el consuelo a sus dificultades.
Un vínculo que no se ha roto
La Hermandad de los Gitanos y los Agustinos Recoletos estuvieron juntos durante casi un siglo. En 1835, la desamortización de Mendizábal arrebató la propiedad del convento a los Agustinos Recoletos, como ocurrió con otros muchos conventos en todo el país. El convento del Pópulo pasó a ser la cárcel del Pópulo. De esta forma, la cofradía se vio obligada a buscar una nueva sede. Sin embargo, la vinculación de la corporación de Semana Santa y la Orden no se cortó en ese momento.
El escudo de la Hermandad mantiene el emblema agustiniano: el corazón traspasado por dos flechas. Es el símbolo de San Agustín, padre de la Orden de Agustinos Recoletos, que regía el Convento de Nuestra Señora del Pópulo. En el capítulo primero de las Reglas de la Hermandad se indica: “en recuerdo a los lazos de unión con los religiosos de esta Orden, con motivo de haber estado establecida esta Hermandad en el antiguo Convento del Pópulo”.
San Agustín está presente en el actual templo, sede de la cofradía. En el altar mayor se colocó en 2001 una imagen de San Agustín, realizada por el escultor Darío Fernández Parra. La escultura del obispo de Hipona recuerda la vinculación de casi un siglo que tuvó la devoción al Cristo de los Gitanos y el carisma agustiniano.
Asimismo, el pasado año, el altar que se montó para los cultos principales al Cristo de la Salud recordaba especialmente los orígenes agustinianos de la cofradía. En el remate superior se situó un templete presidido por un precioso cuadro antiguo de la Virgen del Pópulo realizado al óleo sobre cobre. Junto a la imagen se colocaron dos ángeles, uno de ellos sosteniendo una lámpara en recuerdo al suceso de 1626. Además, se colocó en el paño de altar el escudo agustino desde 1938 hasta 1971 presidía el palio en el que procesionaba la Virgen de las Angustias.
Fotografías: Hermandad Sacramental de los Gitanos