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«Es el Señor quien ha preparado este mismo momento»

El agustino recoleto José Francisco Oyanguren recibió el 1 de mayo la ordenación sacerdotal en el Colegio San Agustín de Valladolid (España).

La Orden de Agustinos Recoletos tiene un nuevo presbítero. El religioso mexicano José Francisco Oyanguren fue ordenado sacerdote el pasado 1 de mayo en el Templo de Nuestra Señora de la Consolación del Colegio San Agustín de los Agustinos Recoletos en Valladolid (España). Acompañado de religiosos y de manos del obispo agustino recoleto Mons. Eusebio Hernández, el joven dio un paso más en su camino vocacional al que Dios le ha llamado.

El prior provincial de la Provincia San Nicolás de Tolentino, el vicario en España de la Provincia Nuestra Señora de la Candelaria y el consejero general de Espiritualidad y Formación estuvieron presentes en la eucaristía presidida por el prelado de Tarazona, así como otros religiosos agustinos recoletos y docentes del Colegio San Agustín en el que ahora mismo ejerce su labor. La celebración fue retransmitida en directo.

En su homilía, Mons. Hernández recordó a nuevo sacerdote que este momento tan importante no es más que fruto de «la locura del amor de Dios para contigo». «Toda vocación es un don de lo alto: no dudes nunca, Francisco, de que es el Señor quien ha preparado este mismo momento, quien te ha consagrado para ser enviado a predicar la Buena Noticia», interpeló al joven. El obispo pidió también a José Francisco que recordase de un modo especial a todos aquellos que le han llevado hasta Jesús: «Todos ellos te han ido metiendo y dando este calor enorme para apreciar la Palabra de Dios».

Como indica el ritual, el ordenado se postró frente al altar para la imploración de los santos y posteriormente el obispo ordenante impuso sus manos y consagró a José Francisco, antes de colocarle los ornamentos sacerdotales y ungirle con el santo crisma.

Al concluir la celebración, el recién ordenado sacerdote se dirigió emocionado a los presentes para agradecer a Dios, a su familia y a las personas allí congregadas. «Muchas gracias, Señor, te pido que me des fuerza, aliento cuando no pueda más», dijo.

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