Este religioso, con más de cincuenta años de vida sacerdotal, está haciendo frente a la pandemia en el Dispensario San Agustín de Bajos de Haina.
El 10 de mayo de 1970 fue ordenado sacerdote el agustino recoleto Cruz María Echeverría. Nacido en 1940 en Vidaurreta, un pequeño pueblo navarro, el joven de 25 años comenzaba su andadura como sacerdote con la ilusión propia de la juventud. Cincuenta y un años después, con la mochila de su vida sacerdotal a sus hombros, la ilusión permanece intacta. Desde Bajos de Haina (República Dominicana) agradece a Dios, a los superiores de la Orden y a todas las personas que se han cruzado en su camino en estas décadas. Escribe en un descanso que le permite su ajetreada vida, ocupada por sus trabajos en el Dispensario San Agustín y la parroquia del mismo nombre.
«Aprendí, no hace mucho, leyendo a algunos teólogos que el sacerdocio de Jesús fue vivir una vida sacrifical y compartida», afirma Cruz María. Tomando esto como referencia, el religioso entendió que su vida había girado en torno a tres aspectos fundamentales. El primero de ellos, en la formación. Ha dado clase de manera formal, en centros educativos, e informal, en los salones de las parroquias por donde ha pasado. Esta última, afirma, es «mucho más grata» para él. El segundo de los aspectos es el culto. Como sacerdote, ha pretendido en todo este tiempo «acomodar el Evangelio para que todo comprendamos su significado», así como «la fuerza celebrativa» de la presencia de Dios y los sacramentos.
Probablemente el último de los servicios que ha afrontado en su vida sea al que más fuerzas le haya dedicado: la sanación. «Todos estamos un poco enfermos», dice. Esta tarea se ha hecho especialmente urgente y necesaria en los últimos meses. Junto con todo el equipo del Dispensario de Bajos de Haina que dirige, Cruz María ha tenido que hacer frente a la pandemia de COVID-19, atendiendo a las personas más vulnerables, aquellas a las que está dirigido este proyecto social que forma parte de ARCORES.
Además de atender cada mes. amas de 1.000 pacientes, desde marzo de 2021 el Dispensario médico creado hace 25 años es uno de los centros que administra la vacuna contra el coronavirus. El primer día de marzo fue vacunado todo el personal que labora en el centro, así como empleados de la parroquia y familiares. En total, casi 180 personas. Aunque no fueron las únicas: el 30 de abril fueron vacunadas 100 personas de más de 70 años y en mayo más de 220 mayores de 50 años. En total, más de 500 personas que han recibido la inmunidad contra la COVID-19.
«Esto solo ha sido posible gracias al suministro de vacunas del ministerio de salud y ls personas que trabajan en la pastoral social del dispensario y la parroquia», explica. La vacuna ha sido costeada por el ministerio, el dispensario y personas generosas cercana a la parroquia San Agustín de forma compartida. «Pienso que junto a las raciones de comida mensual, a la formación, a los servicios de salud y a las celebraciones de los sacramentos estamos continuando la misión que Jesús nos dejó», concluye.