El agustino recoleto Martín Berastegui ha dedicado gran parte de su vida a la misión, motivo por el que decidió ser religioso cuando todavía era un niño.
Cuando Martín Berastegui era un niño, el promotor vocacional de los Agustinos Recoletos pasó por su pueblo, Ihabar, en Navarra. Decidió entonces ingresar en el seminario. Fue ahí donde poco a poco se apasionó por la misión. «En ese tiempo no nos planteábamos ser agustino recoleto, sino que escuchábamos, íbamos conociendo a los religiosos que venían de las misiones…».
Hoy, décadas después, él es uno de esos misioneros que enseñan con su vida la alegría de la entrega al Evangelio. Tras varios años en República Dominicana, Panamá y ahora Guatemala -intercaladas por sus tareas como provincial y secretario general en Madrid y Roma-, Berastegui se siente satisfecho de todo lo realizado. Allá donde ha ido ha contagiado su amor por la misión con pasión e ilusión. Así, desde el comienzo: tras seis años como profesor y director en el colegio de los Agustinos Recoletos en Pamplona, pidió expresamente al prior provincial ir a la misión. «Me hice agustino recoleto con la idea de ir a las misiones».
En República Dominicana fue especialmente feliz. Al cabo de los años se dio cuenta de que se consideraba un dominicano más. De todo lo vivido, recuerda de forma especial el cariño las personas que le saludaban efusivamente o le invitaban a café. La misión es también ser uno más del pueblo.
Sin embargo, por ser misionero no se considera más que nadie. Martín Berastegui asegura que «todos los cristianos somos misioneros». «Es verdad que siempre existen las misiones. en las que un religioso sale de su país y va a otro, y eso es una riqueza», afirma. Sin embargo, el agustino recoleto sostiene que «misionero hay que considerar a todo cristiano que tiene la responsabilidad de comunicar a los demás la fe». En este sentido, opina que la Iglesia, como el mundo, han cambiado. Nada tiene que ver con las aventuras que escuchaba de los religiosos de Casanare.
La misión sin Dios no existe. Martin explica que en muchos acontecimientos de su vida ha sentido la presencia de Dios. «Siento que Dios ha actuado, en peligros en los que he estado», dice. Aunque no se considera místico, siempre ha sentido la providencia en momentos cruciales de su historia. Como en la creación del dispensario médico San Agustín, en Bajos de Haina, en República Dominicana. La providencia hizo crecer el dispensario y hoy atiende a miles de personas cada año.
Al echar la vista atrás, afirma seguro que se siente orgulloso del camino recorrido. «No siento nada negativo», dice. Pese a los problemas y las dificultades -algunos incluso en los que la vida ha estaod en riesgo-, Martin Berastegui está «satisfecho de lo que ha hecho». «Mi vida ha tenido sentido».