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«Dios me ha acompañado siempre»

El Papa Francisco aceptó la renuncia del obispo agustino recoleto Mons. Hernández Sola tras 11 años al frente de la Diócesis de Tarazona (España).

Mons. Eusebio Hernández Sola pensó en San Agustín cuando, en otoño de 2010, el cardenal prefecto de la Congregación de Obispos de la Santa Sede, Mons. Marc Ouellet, le comunicó que el Santo Padre quería que fuese obispo. Concretamente recordó la frase agustiniana “si la Iglesia te pide un servicio, hazlo con corazón”. Siguiendo las enseñanzas del Padre de la Iglesia, aceptó el encargo.

Han pasado casi doce años desde aquel momento que el obispo agustino recoleto recuerda con absoluta claridad. Tras más de una década de servicio en la diócesis de Tarazona (España), el Papa Francisco aceptó el pasado 28 de junio su renuncia, nombrando su sucesor al sacerdote burgalés Vicente Rebollo. Mons. Hernández Sola inicia una nueva etapa “con ganas de descansar”, tras más de 45 años al servicio de la Iglesia.

En todo este tiempo, ha podido sentir de cerca el cariño de la Diócesis y la compañía de Dios. El prelado asegura que se ha sentido “querido” por la gente y en comunión con Cristo. “Veo que Dios me ha acompañado siempre. He tenido momentos difíciles, pero en todos he visto su mano providente que me ha ayudado”.

Tres momentos que han marcado su episcopado

Destaca tres hitos de su episcopado. El primero, la reapertura de las puertas de la Catedral de Tarazona. El 20 de abril de 2011, exactamente un mes después de su ordenación episcopal, Mons. Eusebio Hernández reconsagró al culto la Seo de Nuestra Señora de la Huerta, que permanecía cerrada por motivos de restauración desde 1982.

De la misma forma, hace apenas unas semanas, en mayo de 2022, presidió la primera eucaristía tras la reapertura, después de más de 11 años de obras, de la Colegiata de Santa María la Mayor de Calatayud, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El tercer momento, y quizás el más importante, que resalta de su trabajo episcopal es la acogida de refugiados ucranianos. Actualmente, 101 personas que han huido del conflicto de Ucrania y Rusia se encuentran en el seminario de su Diócesis.

Mons. Eusebio fue ordenado obispo el 19 de marzo de 2011, en la solemnidad de San José. La figura del esposo de María tiene especial relevancia para el prelado -por su ordenación episcopal y por ser el patrón de la Orden de Agustinos Recoletos-. Le recuerda con mucho afecto: “Es un hombre silencioso, no dice pero hace”.

Con el cariño de la Diócesis

Después de 36 años en Roma en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica, el Santo Padre le nombró obispo y le encomendó la diócesis de Tarazona, a 60 kilómetros de Cárcar (Navarra), donde nació en julio de 1944. Es una diócesis pequeña, de unos 73.000 fieles aproximadamente. Todos ellos, según el prelado ya emérito, “gente sencilla y humilde, principalmente del campo” que le han arropado en estos 11 años.

El pasado fin de semana, Tarazona y su comarca celebró la Romería del Quililay en el Santuario de la Virgen del Moncayo. Allí tuvo la oportunidad de compartir con muchos fieles, de saludarles y estar con ellos. Es ejemplo del cariño de Tarazona a su obispo los cánticos improvisados que las corales dirigieron a Mons. Eusebio, que al escucharlas se emocionó. “Muchos me preguntan que por qué me tengo que jubilar”, afirma.

Para él, la Diócesis es más grande y está repartida en dos. Una, la propia Tarazona, y dos, la región de Cochabamba. Cada mes envían dinero, esfuerzos y oraciones para sostener los colegios y capillas que atienden a las 60.000 personas que viven en este lugar de Bolivia.

Once años desde su ‘sí’

Aquel día de otoño de 2010, Eusebio Hernández, entonces “capo ufficio” del dicasterio vaticano para la vida consagrada, cruzó la Piazza Papa Pio XII para su encuentro con Mons. Marc Ouellet. Aceptó el encargo de Benedicto XVI con la confianza de que Dios le acompañaría. Así lo sintió cuando minutos después acudió con su interlocutor a la capilla y así se lo expresó al día siguiente en una carta de agradecimiento que escribió al Santo Padre.

Más de una década después, con la satisfacción del deber cumplido y habiendo cumplido la edad de jubilación, Mons. Eusebio se marchará a Zaragoza y volverá a vivir con sus hermanos agustinos recoletos. Aunque deje atrás Tarazona, siempre estará disponible. “Me han querido demasiado”.

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