La posible primera imagen de la Virgen de Guadalupe que llegó a Roma, y que se conserva en la pequeña iglesia de los Agustinos Recoletos en el centro de la ciudad, cumple 350 años de su llegada.
Era 1667 cuando Juan Correa pintó el que, años más tarde, sería la primera representación de la Virgen de Guadalupe que vería la ciudad de Roma, según algunos historiadores. La pintura llegó en 1672 a Roma de la mano de un religioso agustino recoleto. Desde entonces recibió el culto y la devoción en la pequeña iglesia de San Ildefonso y Santo Tomás de Villanueva, de los Agustinos Recoletos. La imagen cumple durante este año el 350º aniversario de su llegada.
Por este motivo, en el contexto de la fiesta litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe, los Agustinos Recoletos han celebrado en Roma el aniversario de este acontecimiento. El pasado 10 de diciembre, Mons. Andrés Gabriel Ferrada Moreira, Secretario del Dicasterio para el Clero de la Santa Sede, presidió la solemne eucaristía, junto al Prior general, los religiosos agustinos recoletos de Roma y la capellanía latinoamericana. Se hizo una oración especial por Latinoamérica.
La devoción a la conocida Guadalupana estaba muy extendida en Roma años antes de la llegada de la imagen mariana. Sin embargo, en 1672, los Agustinos Recoletos llevaron a Roma la que podría ser la primera representación de la aparición de la Virgen de Guadalupe en la ciudad. La falta de documentación sobre este asunto obligan a hablar en condicional. Representa el milagro de la aparición a San Juan Diego, quien sujeta con sus dos manos el ayate del que, según la historia, salió la imagen de la Virgen. Juan Correa pintó en el lienzo una virgen que, por su posición y colores, recuerda a la Inmaculada Concepción. Es algo propio del siglo XVII, donde la Inmaculada era uno de los temas centrales de los pintores barrocos.
Tras varios años guardada a buen recaudo por miedo a que fuera robada, la imagen de la Virgen de Guadalupe fue repuesta al culto en 2019, con motivo del 400º aniversario de la comunidad de Sistina -la primera de los Agustinos Recoletos en Roma-. La pintura volvió a su capilla, bendecida nuevamente y renovada con sistemas de seguridad, en una celebración presidida por el Cardenal Carlos Aguiar, arzobispo primado de México.