Una palabra amiga

¿Por qué hay tanto mal en el mundo?

Ciertamente que el mal tanto físico –inundaciones, huaicos, desborde de los ríos, terremotos, etc–, como el mal moral –violaciones, robos, asesinatos, etc–, constituyen un gran misterio que nunca llegamos a comprender. Me decía, a este propósito, un taxista de Lima, que si los niños tienen ángel de la guarda, por qué nos los cuida de atropellos, violaciones, accidentes o muertes…

Actualmente los embates de la naturaleza en Perú con muchísimos huaicos, es decir, quebradas secas y que de pronto comienzan a caer las torrenteras arrastrando lo que encuentran a su paso, casas, colegios, camionetas, y personas, pues y van muriendo más de 50 y dejando muchedumbre de heridos y damnificados que ven arrasados sus campos de cultivo, sus talleres o bodegas. Algunas torrenteras se han activado después de 40 años lo cual se atribuye al cambio climático y al ciclón Yaku. ¡Qué espectáculos tan tristes y dolorosos estamos contemplando desde el 10 de marzo por todo el litoral del Perú, particularmente la zona norte, y el sur de Ecuador con caídas de puentes, cortes de carreteras, destrucción de colegios y postas médicas, centenares de casas derribadas…

Sin reponernos bien del COVID-19, desde el 7 de diciembre hemos vivido muchos días de gran convulsión social, sobre todo en la zona del sur, Juliaca, Madre de Dios, Puno, Cuzco, Arequipa con 80 muertos y cantidad de heridos, y ahora llegan los huaicos con mucha devastación total, sobre todo, para las familias más pobres, las que tenían sus casas en las quebradas y junto a la ribera de los ríos. Parecen las siete plagas de Egipto.

¿Qué podemos decir y hacer desde nuestra fe cristiana? Cuando rezamos el Padre Nuestro le pedimos a Dios que nos libre del mal, de todos los males, presentes, pasados y futuros, de todas las desdichas de vivir en el mundo. En el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 310 habla de la Providencia y el escándalo del mal. Si Dios Padre Todopoderoso, Creador del mundo ordenado y bueno, tiene cuidado de sus criaturas, ¿por qué existe el mal?

En su poder infinito, Dios podría siempre crear algo mejor. Sin embargo, en su sabiduría y bondad infinitas, Dios quiso libremente crear un mundo “en estado de vía” hacia su perfección última. Esto supone que junto con la belleza de la creación también están las destrucciones de la naturaleza. Por tanto, con el bien físico existe también el mal físico, mientras la creación no haya alcanzado su perfección (cf. S. Tomás de A.s. gent.3,71). De aquí deducimos que, si Dios permite el mal físico y respeta la libertad de la criatura, causante de los males morales, es para que saquemos el bien de estas desgracias. “Porque el Todopoderoso por ser soberanamente bueno, no permitiría jamás que en sus obras existiera algún mal, si El no fuera suficientemente poderoso y bueno para hacer surgir un bien del mismo mal (S. Agustín, enchir. 11,3). ¿Qué bienes podemos sacar de estos tan tremendos males?

Una primera enseñanza es que ante fenómenos devastadores de la naturaleza hemos de estar prevenidos y realizar un correcto trabajo de descolmatación de los ríos ante los futuros huaicos y desbordes de los ríos y quebradas. No permitir que se hagan casas en la misma ribera del río o en las quebradas que en cualquier tiempo pueden activarse y sembrar la muerte y la destrucción. Más bien ayudar a esa gente pobre que no tiene para comprar un terreno a que lo consiga en un lugar seguro. El hombre es racional y, no todas, pero sí muchas desgracias pueden prevenirse si se hacen los trabajos pertinentes para que el agua corra por su cauce natural. Y no hay que lamentarse trágicamente, sino poner manos a la obra para ya no caer en los mismos errores. Aquí tiene mucha culpa también la corrupción y la ineficacia por no administrar bien las finanzas del estado.

Lo segundo, y más importante, lo que ha de despertar en nosotros, y ya lo está haciendo, es la solidaridad y caridad hacia los hermanos que lo han perdido todo o casi todo. El Estado, las autoridades, las ONG, las Caritas parroquiales y diocesanas, los medios de comunicación social hemos de trabajar en forma organizada para llevar las ayudas necesarias de alimentos, ropa, materiales de construcción, medicamentos, libros y computadoras para que los damnificados puedan levantarse y rehacer sus vidas. Un fenómeno inusual en la naturaleza como el ciclón Yaku debe levantar otro ciclón de solidaridad y fortaleza para dar esperanzas a los que lo han pedido todo.

Sobre la leche derramada, ya no cabe lamentarse mucho, sino poner manos a la obra para sacar adelante a los moradores o campesinos damnificados levantando escuelas, colegios, centros de salud, puentes y carreteras que aguanten las embestidas de la naturaleza. Nos sucede ahora igual que en el tiempo de San Agustín: “No sé por qué, cuando le sucede al hombre algún mal, va en seguida a echar la culpa a Dios, en lugar de echársela a sí mismo. Cuando obras algo bueno, te alabas a ti mismo, y, cuando padeces algún mal, echas la culpa a Dios (TEJ28,7). En otro lugar afirma: “El universo, obra de Dios, no puede existir sin males. Sin embargo, el mal no puede compartir con el bien la alabanza “(RJ 5,8.31).

Si hemos apoyado en la campaña de ayuda a favor de Turquía y Siria y hemos colaborado en la Jornada de Corazón Solidario, ahora tenemos otro motivo más y mucho más cercano a nosotros para que desde las parroquias, colegios, instituciones civiles y religiosas demos la mano al hermano necesitado que ha quedado en extrema pobreza. Jesús dijo: “Hay más alegría en dar que en recibir”.

Ángel Herrán OAR

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