Sylvia Chávez ha recorrido toda su vida junto a los agustinos recoletos y se considera una más, como miembro de la Fraternidad Seglar Agustina Recoleta.
No hay un solo camino para vivir la vida agustina recoleta. Sylvia Chávez nunca ha vestido el hábito y, sin embargo, se considera agustina recoleta desde que era niña. Criada en la Ciudad de México, creció en la fe en la Parroquia de Santa Mónica, de los Agustinos Recoletos. Al casarse y cambiar de ciudad, pudo seguir junto a los religiosos en Querétaro. Recientemente ha sido nombrada presidenta de la Fraternidad Seglar Agustina Recoleta, de la que forma parte, de esta ciudad.
Recuerda con cariño todos los religiosos que ha podido conocer, desde fray Beramendi –de quien recibió la primera comunión– hasta fray Javier Igal –hoy asesor de la FSAR de Querétaro–. No se olvida de ninguno: fray Alberto Fuente o fray Germán Antonio Antón, entre otros muchos. Todos han dejado huella en Sylvia, que reconoce que «la comunidad y la acogida marcaron mi vida». «Con su ejemplo han ido enriqueciendo mi corazón», afirma.
«En nuestra comunidad nos sentimos una familia»
La invitación a formar parte de la Fraternidad vino de manos de fray Ivan Cano, que convocó en 2009 a varias personas para comenzar este camino, entre ellas Sylvia y Jorge, su marido. Comenzaron a adentrarse de lleno en la espiritualidad y vida de San Agustín. Hoy siguen los mismos que empezaron: «En nuestra comunidad nos sentimos una familia».
El 4 de diciembre de 2010, Sylvia, Jorge y su comunidad realizando las promesas, un día «muy significativo» en su vida. Desde entonces hasta hoy, la Fraternidad sigue siendo «un espacio en el que me entrego a Dios junto a mis hermanos», indica. Ha habido en estos años muchos momentos especiales, como las fiestas agustinianas que celebran junto al resto de hermanos de la Fraternidad en Querétaro, o las promesas de nuevos hermanos que acogen con ilusión y alegría.
«Mi vida no sería lo mismo»
Hace unos meses, Sylvia Chávez tuvo «el honor» –como ella misma dice– de ser elegida presidenta de la FSAR Santa Magdalena de Nagasaki de Querétaro. «Es un reto de servicio con el que puedo poner mi granito de arena y lo hago con mucho gusto», explica.
¿Sería igual su vida sin la Fraternidad Seglar? «No sería lo mismo. Desde 2009 ha sido un crecimiento. Me considero agustina recoleta desde chica. Es un compromiso del corazón que vivo con mucha alegría».