Aunque falleció hace más de 50 años, la vida de la Beata María de San José sigue siendo un modelo de santidad actual para las Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús y miles de fieles.
La Beata María de San José era una mujer «con una personalidad muy sincera, muy llana, muy abierta, muy expresiva». Así define la hermana Gracelia Molina a la fundadora de las Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús y primera beata venezolana. Las religiosas como Gracelia y miles de personas siguen teniendo a la Beata como modelo de vida entrega, de fe ardiente y de devoción a la Sagrada Eucaristía. Aunque su estatura era diminuta, el fervor que por ella se profesa hoy día sigue siendo grande.
«Si bien a ella le toca vivir en Venezuela un contexto histórico difícil, de gran pobreza, analfabetismo, sin recursos económicos y sin luz eléctrica, hoy nosotros también tenemos otros flagelos que también laceran la sociedad», dice Gracelia. Es por eso que la santidad de la Beata María de San José sigue siendo actual, no solo para su país sino para todo el mundo. «Ella sabe ponerse en el lugar el otro, sabe leer la historia y sabe responder desde Dios», indica. Igual que la Beata, hoy también es aplicable su ejemplo: «Cada uno de nosotros podemos hacer lo mismo en nuestro propio contexto».
La hermana Gracelia Molina es la vicepostuladora de la causa de santidad de María de San José. En este sentido, afirma que, para las hermanas agustinas recoletas del Corazón de Jesús, «su propia vida de santidad nos grita; es una manera de desarrollar nuestra vida según su forma». Y no se refiere solo a la espiritualidad sino también a su personalidad: «Una mujer tenaz, audaz, sin miedo».
Asimismo, destaca su sensibilidad por el otro, «su humanidad y sus dones espirituales, hasta llegar a alcanzar las grandes cimas de la vida mística». Esto contrasta con su forma de ser llana, sincera, «que detesta la hipocresía». «Yo pienso que esa conciencia de ser lo que ella era ante Dios nos impulsa a vivir», afirma.
El gran alimento de la Beata María era la eucaristía. «De pasar horas y horas en adoración con el Santísimo es que ella va a tener la fuerza para llevar una actividad titánica de caridad y social según las necesidades del tiempo y lo que se le iba presentando», dice.