Una palabra amiga

Las vacaciones, tiempo de Dios

[vc_row][vc_column][vc_column_text css=».vc_custom_1695839295367{margin-bottom: 0px !important;}»]Agosto es el mes en que más gente toma vacaciones en España. Estamos seguros que si lo aprovechamos bien redundarán en beneficio de las personas y de su actuación a lo largo del año. Pero, ¿por qué decimos que las vacaciones es un tiempo de Dios? Veamos algunas razones.

1º Es el tiempo del otium santum, ocio santo, que diría san Agustín, o tiempo para el descanso, que se requiere después de haber tenido un negotium iustum, o trabajo honrado y pesado. El hombre no está hecho sólo para trabajar sino que también tenemos en la Biblia que el séptimo día Dios descansó. El descanso sirve para recuperar las fuerzas y luego trabajar mejor. No somos máquinas y necesitamos del ocio para conversar, dialogar y formar comunidad entre vecinos o paisanos de un mismo pueblo o ciudad.

2º En este tiempo al estar más desocupados podemos tener más ocasiones de practicar la vida espiritual: la santa misa, la lectura bíblica, el rezo del rosario en familia. Lecturas formativas que han sido aparcadas por las obligaciones urgentes, ahora es tiempo de rescatarlas. En vacaciones nos olvidamos del reloj y nos concentramos en lo más esencial. Eso sí hay que tener cuidado de no dejarse atrapar por  la televisión, el internet o el celular que nos llevan muchas veces a vivir en un mundo de fantasía, virtual mientras desatendemos a lo real y olvidamos cultivar nuestra espiritualidad de hijos de Dios.

El domingo, “día del Señor”, es el día principal de la celebración de la Eucaristía porque es el día de la Resurrección. Es el día de la asamblea litúrgica por excelencia, día de la familia cristiana, el día del gozo y de descanso del trabajo.

3º Constituye la vacación una ocasión excepcional para gozar en familia. El trabajo separa muchas veces a los esposos entre si y de los hijos, a los hijos de los padres, a los hermanos. Sin embargo, al tener tiempo libre la familia se une y puede pasear juntos, conocer nuevas tierras. La familia necesita este tiempo para conversar, comer juntos, emprender unos días  dedicándoselos a ellos mismos. Los lazos familiares salen fortalecidos con un tiempo más intenso vivido en la propia familia. Recordemos que si la familia va bien, la persona marcha también bien y vive más feliz. “Familia que reza unida, familia que vive unida”.

4º Tiempo para establecer nuevas amistades, conocer otras costumbres, ver que nuestro mundo es muy pequeño, y hay otras maneras diferentes de entender la vida. Esto se logra al viajar y ver otras realidades de la vida. Pero también volviendo a las raíces parentales que nos dan el propio fundamento. Date tiempo para cultivar esas amistades, no las dejes morir. Para ser feliz, dice san Agustín, dos cosas son necesarias: tener amigos y gozar de buena salud. Ahora que nuevamente podemos abrazarnos y besarnos estos abrazos y besos han de ser más sentidos y profundos.

5º Las vacaciones es la mejor ocasión para dar gracias a Dios por la riqueza de la naturaleza que es tan variada y diferente de una nación a otra, o incluso dentro de la misma nación. Uno puede admirar la belleza de los montes, el verdor de los prados y valles, y el azul intenso de los mares. Si estamos en la huerta recoger tomates, pimientos, calabacines, pepinos, cebollas, etc. mientras contemplas como van madurando los higos en las higueras. En los campos una vez recogido el cereal, vienen las cosechas de alubias, de patatas y de uvas. ¡Cuántas gracias hemos de dar a Dios por estos cultivos y cosechas tan fructíferos!

En resumen, las vacaciones y el descanso interrumpen los trabajos cotidianos y conceden un respiro. Son unos días de protesta contra las servidumbres del trabajo y el culto al dinero. Las vacaciones no consisten en no hacer nada, sino en cambiar de actividad y en emplear el tiempo en algo bueno que durante el año no hemos podido. Si así lo hacemos realmente estaremos disfrutando de unas verdaderas vacaciones útiles que son muy convenientes para cultivar la vida familiar, cultural, social y religiosa.

Ángel Herrán OAR

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