Una palabra amiga

Cristóbal, portador de Cristo

En los estacionamientos del aeropuerto de la Habana

Con traje azul descolorido y una o dos tallas más, Cristóbal, cual si fuera un funcionario de una empresa estatal, se me acerca con una sonrisa y me pregunta si soy mexicano, boliviano, hondureño…. Luego de presentarnos y hablar un poco, me enseña la pierna, inflamada e infectada, producto de una mala circulación. A partir de ahí comenzó mi angustia por querer ayudarle. Yo, recién bajado del avión y cargado de medicina, me preguntaba si le serviría algo de lo que traía. Le pregunté si el médico le había recetado algo. Me dice que no, porque no hay. Me mencionó el nombre de un médicamente y una cantidad de dosis que, por supuesto, no traía. De repente, la conversación dio un giro, se hace una cruz sobre el vientre y, con una voz casi inaudible me decía: “estoy partido del hambre”. Miro el reloj y sí, era ya la hora de comer. Saqué lo llevaba y, mientras compartíamos, sonreía y no paraba de decir gracias. Su dolor y su enfermedad quedaron en un segundo plano. Al terminar, con una sonrisa picaresca de niño, me dice: «cómprame un helado, sólo cuesta 500 pesos…, cubanos”, acentuó.

Cristóbal, significa portador de Cristo. Él, sin conocer el significado de su nombre, me había acercado Cristo pobre. Al Cristo que, muchas veces, tenemos más cerca de lo que imaginamos. Nos contemplábamos silenciosamente y, de vez en cuando, sólo intercambiábamos una sonrisa. Quizá no podamos aliviar todas las necesidades. Pero podemos aliviar otras, aunque sea momentánea. Dios se sirve de ello para llegar y hacer brotar de nosotros lo que a veces se apaga.

Nos despedimos. Y, más tarde, intencionadamente di unas vueltas para ver si volvía a encontrarme con él, pero no lo vi más. Cristóbal, portador de Cristo. Me pregunto ahora, volviendo a la isla tras una año, a cuántos Cristóbal me encontraré. ¿Podré ser yo también un Cristóbal? El primer Cristóbal se propuso ponerse al servicio del Rey de los reyes y lo consiguió. Tú y yo, también podemos hacerlo. “¿Aspiras a lo grande? Comienza por lo pequeño”.

Ismael Xuruc, OAR

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