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«Heme aquí». La respuesta de los Promotores Vocacionales de la Orden de Agustinos Recoletos

Tras cinco días de encuentro en Brasil, los promotores de vocaciones de la Orden de Agustinos Recoletos comparten este mensaje con toda la familia Agustino Recoleta.

Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza, diciendo: “¡Moisés, Moisés!” Él respondió: “Heme aquí.” Le dijo: “No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada.” (Ex 3, 4-5).

El encuentro de los promotores vocacionales tuvo como punto de partida el pasaje bíblico de Moisés y la zarza ardiente. Un pasaje que habla de un Dios que es misterio que fascina, y que se coloca delante de la fragilidad y el miedo del ser humano, invitándolo a tener una mirada de confianza y gran dosis de valentía. Así como aconteció con Moisés, el texto bíblico nos revela que debemos continuar trabajando con esperanza la tierra sagrada, que es la vida y el corazón de cada uno de los jóvenes que miran con interés nuestro carisma.

Reunidos en Brasil, en la ciudad de Maringá (Paraná) nos propusimos los siguientes objetivos:

  1. Compartir en fraternidad la propia vocación, las distintas experiencias significativas en el ministerio y la fe en el Señor Jesús, que es quien llama.

  2. Recibir formación para crecer en el servicio que se nos ha confiado en cuanto compañeros en el camino de quienes disciernen su vocación.

  3. Evaluar el proceso de la pastoral de las vocaciones en la Orden y revisar los instrumentos que lo hacen posible.

  4. Trazar líneas de trabajo comunes para la animación vocacional.

  5. Programar el trabajo para los próximos años.

Hemos reflexionado sobre la realidad en la que vivimos, el cambio cultural propio de la posmodernidad y las características de esta época. A la luz de ello, tomamos mayor conciencia de las transformaciones que han experimentado la familia, la vida en sociedad, las comunicaciones, las situaciones económicas, la vivencia de lo religioso, etc. Con el magisterio hemos descubierto la respuesta que nuestra Madre, la Iglesia, ofrece a los nuevos desafíos que representan para la evangelización estos cambios culturales, como son la emergencia educativa, la invitación a la conversión pastoral y la renovación del ministerio del acompañamiento y del discernimiento.

Los promotores vocacionales somos muy conscientes de la realidad de nuestra Orden. Nos afecta ver comunidades cada vez más envejecidas, la escasez de nuevas vocaciones, el cansancio y el desánimo de muchos hermanos, varios promotores agobiados por el exceso de trabajo y con menos tiempo para la promoción vocacional.

Y hay algo que nos inquieta profundamente: apenas salen vocaciones de nuestros ministerios. ¿Por qué? ¿No es acaso el propio testimonio el umbral de la llamada? Además, comprobamos que en los contextos más difíciles para suscitar vocaciones falta un plan estratégico y una planeación adecuada que nos permitan afrontar esta realidad y suscitar nuevas vocaciones, sobre todo en la Europa contemporánea.

Ante este panorama, que puede causar confusión y miedo, los promotores vocacionales no queremos evadir la realidad, ni huir de los problemas, ni tampoco hacer como si no pasara nada. Nos queda claro que nuestra misión específica es generar redes que promuevan la cultura vocacional. Por lo cual apostamos por transmitir con creatividad el Evangelio de la vocación que hemos experimentado. Y no lo queremos hacer solos, sino codo a codo con toda la familia agustino-recoleta, para que todos nos involucremos en el cuidado y el acompañamiento de las distintas vocaciones en la Iglesia. Como san Agustín, también nosotros exhortamos a los demás a abrazar la vocación, y decimos que nuestra vida es fecunda porque tenemos hermanos en el Señor que, por nuestro ministerio, se han decidido a hacerlo (cf. Carta 157,4,39).

La integración que procuramos los promotores vocacionales en nuestro propio proceso de consagrados entre lo que pensamos, sentimos y hacemos, queremos extenderla a aquellos con quienes compartimos el camino de peregrinos. Por eso, asumimos como actitud de vida promover en éstos un discernimiento vocacional auténtico, profundo y fecundo a partir de nuestra opción por Jesús, y el deseo de seguirle en la realidad concreta en la que vivimos. Y, desde luego, lo queremos hacer desde nuestro querido carisma agustino recoleto.

¿Cómo? Discerniendo los signos de los tiempos y las mociones del Espíritu Santo, de modo que nos ayuden a participar en la obra creadora de Dios. Y nos proponemos, además, poner todos los medios para hacer tal discernimiento desde el respeto absoluto al misterio de la vocación, que se realiza en el encuentro de dos libertades: la libertad perfecta de Dios y la libertad imperfecta del ser humano.

Los promotores vocacionales comprendemos también que el acompañamiento ha de estar inspirado en la imagen del buen samaritano (cf. Lc 10,25- 37). Y entendemos que nuestras casas de formación no son refugios terapéuticos, sino comunidades formativas. De modo que nuestra participación en el proceso de discernimiento se concretice en acompañar a los jóvenes con mucho respeto y una gran dosis de ternura. No nos asusta que los jóvenes estén heridos o rotos porque hemos experimentado en nuestra propia piel las bondades del acompañamiento; acompañamos porque somos acompañados.

Hermanos religiosos de nuestra querida Orden, sepan que contamos con los materiales necesarios y adecuados para la promoción y animación vocacional. Ahora bien, necesitamos de su ayuda y compromiso para llevarlas a la práctica. Hoy más que nunca debemos caminar juntos para crear la tan anhelada cultura vocacional; no queremos sentirnos solos en esta importantísima labor. En este sentido, hacemos llegar nuestra más profunda gratitud a los equipos de animación vocacional ya sean locales o nacionales por su dedicación incondicional a la pastoral de las vocaciones.

Pedimos también ayuda a los laicos que pertenecen a nuestra gran familia agustino-recoleta, en especial, a la Fraternidad seglar, a nuestras hermanas religiosas y madres Mónicas, para que nos sigan acompañando con su oración y apoyo y, en particular, a nuestros Jóvenes de las JAR: Ustedes saben más que nadie la importancia que tiene el hecho de fomentar la vocación entre los jóvenes. Contamos con ustedes para hacer posible que las inquietudes, los sueños y la búsqueda de la felicidad no sea para ellos una experiencia frustrada. Recordemos las palabras del papa Francisco en la Eucaristía de clausura de la reciente Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa de 2023: “iluminemos, escuchemos y no tengamos miedo. De modo que los males de nuestro mundo –y los de la Iglesia– no sean excusas para reducir nuestra entrega y nuestro fervor. Mirémoslos como desafíos para crecer” (Papa Francisco, Evangelii Gaudium 84).

Por último, el encuentro nos permitió realizar una oración sosegada. Y una vez más descubrimos la importancia de orar, de dialogar con el Señor, de cultivar nuestra propia vocación. Por eso, pedimos la intercesión de María, Madre de la Consolación y Señora de las vocaciones, y de nuestro padre san Agustín, para que nos iluminen y nos permitan seguir llevando el Evangelio de la vocación y la realización del Reino a todos los rincones de la tierra.

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