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San Agustín y la Cuaresma: tiempo de conversión y crecimiento espiritual

En su obra Agustín de Hipona: Maestro de la conversión cristiana, el reconocido agustinólogo Victorino Capánaga (1897-1983), presenta una profunda reflexión sobre la Cuaresma a partir de las enseñanzas de san Agustín. Para el Obispo de Hipona, la Cuaresma adquiere un significado trascendental en la vida cristiana, como tiempo de reflexión y preparación para la Pascua.

San Agustín plantea la Cuaresma no sólo como una experiencia de privaciones y penitencias, sino como una oportunidad para profundizar en el misterio de la redención humana realizado por Cristo. En este sentido, la Cuaresma es un llamado a la humildad y a la participación activa en su Pasión y Resurrección. Es un tiempo de renovación espiritual, en el que los cristianos deben renunciar al hombre viejo y revestirse de Jesucristo.

 

La práctica del ayuno, la oración y la limosna son elementos fundamentales del tiempo cuaresmal, pero deben ir acompañados de una actitud de perdón y misericordia hacia los demás. San Agustín enfatiza la importancia del perdón mutuo como parte integral de la preparación para la Pascua, invitando a todos los cristianos a reconciliarse con aquellos a quienes han ofendido.

Además, san Agustín subraya que el ayuno no consiste solo en privarse de alimentos, sino también en abstenerse de los deseos desordenados del mundo.

En conclusión, la Cuaresma, según san Agustín, no es simplemente un período de observancia externa, sino una oportunidad para un verdadero cambio interior. Es un tiempo de reflexión, penitencia y renovación espiritual que prepara a los cristianos para celebrar con devoción la fiesta de la Pascua, recordando el sacrificio redentor de Cristo y renovando su compromiso con una vida de fe y virtud.

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