Una palabra amiga

Lo que África nos enseña

África no es solo un lugar, es una experiencia. Todo resulta novedoso, especialmente para aquellos que la visitan por primera vez: tradiciones, lenguas, colores, sabores, músicas, miradas… Aunque hayas visto imágenes previamente sobre este continente, vivirlo en primera persona es algo completamente distinto. Por eso, África no se visita sin más, África se vive. Y al final, África te conquista. 

Dos semanas pueden parecer poco tiempo, pero la experiencia vivida en Kenia y Sierra Leona durante la Semana Santa y los primeros días de Pascua de este año, sirvieron para abrir los ojos a una realidad desconocida y muy olvidada, y, sobre todo, para aprender mucho y muy bueno.

Aterrizamos en Nairobi, la imponente capital de Kenia, donde se pone de manifiesto una de las características más destacadas de África: el contraste. En una parte de la ciudad encuentras uno de los grandes centros financieros del continente; en la otra, te topas con Kibera, la mayor barriada pobre de Kenia y la segunda más grande de esta parte de África, con más de 1 millón de habitantes. En Kibera, la mayoría de sus residentes viven en la pobreza extrema y ganan menos de 1 dólar al día. 

Este mismo contraste se vive en Sierra Leona, considerado uno de los países más pobres del mundo y con menos esperanza de vida. Aquí no existen medias tintas, no hay lugar para el justo medio: o se tiene todo, o no se tiene nada. 

Resulta devastador comprobar cómo la corrupción imperante en estos países provoca tanto sufrimiento sin sentido. Estamos hablando de algunas de las zonas de la Tierra con mayores recursos naturales, donde no debería existir ningún tipo de escasez, donde todo el mundo podría vivir de una forma digna. Pero la realidad es otra. Te puedes encontrar con una línea de alta tensión sin uso que recorre todo el país, porque fue construida con financiación extranjera, pero la gestión local la tiene paralizada. Es paradójico ver una enorme torre eléctrica y, al lado, una sencilla casa de barro donde no saben lo que supone encender una bombilla. 

África también sorprende por la cantidad de niños que hay por todos lados. Es un signo de vida, de alegría, de esperanza. Pero también hay que ver el otro lado: las condiciones en que viven, las posibilidades para su futuro, las situaciones a las que se tienen que enfrentar. Los abusos contra la infancia aquí están a la orden del día, ya sea por tradiciones culturales, por una falta de conciencia de la dignidad humana, o por la ausencia de formación. Lo que resulta demoledor es comprobar en primera persona las grandes dificultades que supone cambiar algo aquí, mejorar algo, pues los tabús culturales, las manipulaciones políticas 

o la explotación extranjera hacen muy complejos cualquier cambio. Pero es cierto que hay pequeñas cosas que sí se pueden cambiar. Aquí compruebas el precioso valor de lo pequeño, aquí con muy poco se hace mucho.

Uno de los aspectos más destacados de África es su rica diversidad cultural. Con más de 3000 grupos étnicos y una inmensa variedad de idiomas y tradiciones, el continente africano es un crisol de identidades. Esta diversidad no solo enriquece la vida de sus habitantes, sino que también ofrece lecciones valiosas sobre la importancia del respeto mutuo y la coexistencia pacífica. Y esto se manifiesta, de manera especial, en la convivencia de religiones. No es raro escuchar a un católico, un musulmán y un cristiano de otra confesión hablar entre ellos como “hermanos”. Y no es algo superficial, sino que se vive de verdad. La fe en África está muy presente, el sentido de la presencia de Dios, el sentido de fraternidad, el sentido de Providencia divina, forman parte del día a día. 

En un mundo cada vez más globalizado, donde las diferencias culturales pueden ser fuente de conflicto, África nos muestra que la diversidad no es un obstáculo, sino una fortaleza. Al celebrar y valorar la diversidad, podemos enriquecer nuestras sociedades y construir puentes de entendimiento en lugar de barreras. 

Lo que destaca en la historia africana es la resiliencia inquebrantable de su gente. A pesar de los obstáculos, las comunidades africanas han de- mostrado una capacidad notable para adaptarse y sobrevivir. Esta resiliencia nos enseña la importancia de la perseverancia y la determinación en tiempos difíciles. Nos recuerda que, incluso frente a la adversidad más abrumadora, siempre hay espacio para la esperanza y el progreso. Y es lo que, de manera especial, se resume con la expresión suajili “Hakuna matata”, que tanto se repite en Kenia: “no hay problema”. Todo un grito a la esperanza en medio de las dificultades. 

La presencia de la Familia Agustino Recoleta en África se remonta a los años 90 del siglo pasado. Primero llegaron los frailes a la zona de Sierra Leona y, posteriormente, dos comunidades de monjas contemplativas procedentes de España y México. Actualmente las monjas están en dos localidades keniatas: Wote y Lodwar. Y los frailes en Kamabai y Kamalo. Desde que llegaron han conseguido sembrar mucho, tanto desde un punto de vista carismático como evangelizador y de promoción humana. Y todo ello, ya ha comenzado a dar sus frutos en forma de vocaciones nativas y muchas vidas tocadas por su testimonio.

Las comunidades agustino recoletas de África se han convertido en sustento de recursos básicos, como el agua o la educación, en focos de espiritualidad y, sobre todo, en un signo de que es posible mejorar y transformar desde dentro. En todo ello, la labor de ARCORES internacional está siendo clave, y sorprende mucho comprobar la can- tidad de proyectos que se han podido ya desarrollar, y otros muchos que están programadas y pendientes de poner en marcha. Desde hace año, grupos de voluntarios vienen a las comunidades agustino recoletas para apoyar su misión, y ese “contagio” de ilusión y esperanza es algo que marca sus vidas. 

Todos los años de presencia agustino recoleta en África también han tenido momentos muy complejos, como el conflicto armado que llevó al secuestro de varios religiosos en Sierra Leona, o los periodos de pandemias de cólera o Covid vividos en los últimos años. Pero convivir unos días con los religiosos y religiosas que aquí dan su vida te permite reconocer el valor de su presencia, la importancia de su testimonio, la necesidad de seguir apoyando y apostando por estar aquí. 

África inspira, África enseña, África nos necesita, y necesitamos de África.

 

P. Antonio Carrón de la Torre, OAR

(Artículo publicado en la revista ‘Santa Rita y el Pueblo Cristiano’)

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