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Experiencias del Noviciado de Monteagudo

La Comunidad de Monteagudo acoge la etapa de Noviciado de las Provincias de San Nicolás de Tolentino y Santo Tomás de Villanueva. En esta entrevista, cuatro novicios de diversas partes del mundo comparten cómo conocieron a la Orden y qué está suponiendo para ellos la experiencia del noviciado.

Raúl Solís, originario de Asunción (Paraguay), explica que conoció a la Orden a través de un amigo y las redes sociales: la Orden tiene una presencia muy importante en este ámbito y realiza una labor muy loable e intensa en redes sociales. Además, sobre sus vivencias en el noviciado, señala que es una experiencia enriquecedora y de mayor intimidad con Dios.

Todos coinciden en que están experimentando un gran crecimiento espiritual. En este sentido, Adrián, originario de Palmira, del estado Táchira (Venezuela), explica lo importantes que son el silencio y la vida comunitaria: estoy descubriendo ese silencio que tenemos que buscar y que es tan importante. Cada día nos ayuda a encontrar la Verdad.

Por su parte, Patrick Sosmarau, nacido en la ciudad brasileña de Espíritu Santo, explica que para él, hablar del Noviciado es hablar de un regalo que le ha hecho Dios en su vida y recuerda la frase de San Agustín que dice que ‘la verdad habita en el interior del hombre’ y señala que él busca y encuentra la Verdad cada día en su interior. Además, Raúl reflexiona sobre la humanidad y calidez de los frailes, y destaca la amistad y el acercamiento como características del carisma agustino recoleto que lo han cautivado y enamorado.

Por último, Leonardo Parra, de Barquisimeto, Estado Lara (Venezuela) invita a todos los jóvenes a ser valientes y a no tener miedo a ese llamado que Dios hace a cada una de las personas. A tu llamada a la vocación. En esta línea Patrick también dirige unas palabras a los jóvenes: Él os está buscando. Puedo decir, acredito y tengo certeza que no hay mejor encuentro que con esa Verdad que es Dios.

Actualmente en la Orden hay tres noviciados: el Desierto de la Cabdelaria (Colombia), Antipolo (Filipinas) y Monteagudo (España) y según el número 205 de las Constituciones de la Orden, el noviciado tiene como finalidad que los novicios conozcan mejor la vocación divina y precisamente la propia de la Orden, experimenten el modo de vida de ésta, conformen su mente y su corazón con el espíritu de la Orden y puedan ser comprobadas su intención e idoneidad, es decir, ha de ser una «iniciación integral al género de vida que el Hijo de Dios asumió y que Él nos propone en el evangelio.

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