Uno de los personajes más destacados que asistieron a los actos conmemorativos del 70º aniversario del Colegio San Agustín de Panamá fue el Profesor Maximino Domínguez Barrios, conocido con gran cariño como Max. El pasado 7 de agosto se conoció la noticia de su fallecimiento, y las redes sociales se inundaron de mensajes de recuerdo agradecido por una vida entregada a la educación agustiniana.
Su vida estuvo siempre caracterizada por una genuina vocación a la enseñanza. A finales de la década de 1940 comenzó a ejercer la docencia, primero como maestro de educación primaria en su tierra natal, la provincia de Los Santos, y a partir de 1954 en el recién fundado Colegio San Agustín, en la Ciudad de Panamá. Su figura ha revestido una especial relevancia en la vida de esta institución educativa de la que este 2024 se han celebrado los 70 años y con la cual nuestra familia religiosa ha estado al servicio de la juventud panameña transmitiéndole a lo largo de estas siete décadas los valores cristianos y agustinianos condensados en su lema: “Virtud, Ciencia y Caridad”.
Si ser un buen educador de Geografía e Historia, como lo fue siempre el Profesor Max Domínguez, lo hizo conocido, querido y siempre recordado de muchas generaciones de estudiantes, hay otra faceta de su vida por la que nuestra Orden le estará siempre agradecida y por la que damos gracias a Dios: su profundo espíritu agustiniano y amor por todo lo que dijese relación a nuestra comunidad religiosa, especialmente en Panamá. Fue eso lo que, hace ya años, le hizo merecedor de recibir el nombramiento como Hermano general de la Orden.
Innumerables jóvenes empezaron a conocer la acción evangelizadora de los agustinos recoletos en Panamá gracias al tiempo que dedicaba en sus clases, especialmente durante el mes de agosto, mes agustiniano, a su historia, no solamente desde la perspectiva de los hechos cronológicos, sino también aportando su experiencia personal y el haber conocido a muchos religiosos de la Orden que pasaron por el Colegio San Agustín, a comenzar por el siempre recordado P. Rogelio Barasoáin, que fue con quien el Profesor Max comenzó su actividad profesional como docente en 1954.
Una larga vida de 94 años, de ellos más de cincuenta dedicados con abnegación a poner la luz de la vida en el alma de la juventud, como dice la letra del Himno al Maestro en Panamá, son ya un preclaro testimonio de valía ciudadana y amor a la Patria dando por ella la vida para que otros aprendan a ser buenos ciudadanos y profesionales al servicio del bien común.
Una vida que los agustinos recoletos en Panamá agradecemos a Dios porque la vivió en sincera amistad y verdadera fraternidad con nosotros y con su querido Colegio San Agustín, en el que educó a millares de jóvenes hasta su jubilación en 2001, y en el que siempre se hizo presente para acompañar en las celebraciones propias.
El Prior general de la Orden envió a la familia del Profesor Max un mensaje de pésame y agradecimiento por una vida dedicada al Colegio San Agustín de Panamá y a la Familia agustino recoleta.