Del 7 al 9 de febrero, Madrid (España) fue el escenario del primer Congreso Nacional de Vocaciones. Más de 3.000 personas, entre laicos, sacerdotes y consagrados, se reunieron para hablar, reflexionar y orar sobre algo fundamental: la vocación. Pero… ¿qué significa realmente esta palabra?
La vocación no es solo para unos pocos
Cuando oímos “vocación”, es fácil pensar en monjas, curas o frailes. Y sí, eso es parte de la vocación, pero no es lo único. Todos, absolutamente todos, tenemos una vocación porque Dios nos ha llamado a la vida con un propósito. No se trata solo de elegir una profesión o un camino, sino de descubrir qué sentido tiene nuestra vida y para quién vivimos.
Hoy en día, más que una crisis de falta de sacerdotes o religiosos, vivimos una crisis más profunda: hemos olvidado que la vida en sí misma es una vocación.
Dios nos ha dado talentos, sueños y oportunidades, pero muchas veces no nos detenemos a preguntarnos: ¿qué quiere Dios de mí? ¿Cómo puedo poner mis dones al servicio de los demás?
¿Cómo descubrir mi vocación?
No hay respuestas mágicas, pero sí hay caminos que nos pueden ayudar:
- Vivir con un sentido claro: Ser cristiano no es solo «hacer cosas», sino ser alguien con una misión en este mundo.
- Escuchar más allá del ruido: En un mundo lleno de distracciones, necesitamos espacios para reflexionar y escuchar la voz de Dios.
- Crear una cultura vocacional: Hablar de vocación no debería ser algo raro o lejano. Nuestra comunidad, nuestras parroquias y grupos deben ayudarnos a descubrir que la vida es más que solo «hacer lo que toca».
- Caminar juntos: No estamos solos en este viaje. Descubrir nuestra vocación también significa apoyarnos unos a otros en comunidad.
¿Para quién soy?
Más que preguntarnos “¿qué quiero hacer con mi vida?”, quizás deberíamos empezar con esta otra pregunta: ¿Para quién soy?
La respuesta es clara: somos para Dios y para los demás. Él nos ha creado con amor y nos ha dado talentos para compartir. Como dice Christus Vivit (286):
«Eres para mí, pues yo te creé porque te amo. Y eres también para los demás, pues puse en ti muchas cualidades, dones y carismas que son para los otros».
Así que, la próxima vez que te preguntes qué hacer con tu vida, recuerda: no se trata solo de ti, sino de quién te necesita y para quién puedes ser luz.