La Familia Agustino Recoleta continúa su camino sinodal con una reflexión sobre la transmisión del carisma a los laicos. El Hno. Antonio Botana, de La Salle, participó en el Encuentro de la Familia Agustino Recoleta en Roma, ofreciendo una visión inspiradora sobre la corresponsabilidad en la misión.
Caminar juntos: el desafío de la sinodalidad
En el marco del Encuentro de la Familia Agustino Recoleta, el Hno. Antonio Botana, de la Salle, compartió una profunda reflexión sobre la necesidad de transmitir el carisma desde una verdadera comunión. En su intervención, destacó que la sinodalidad no es solo un concepto, sino un estilo de vida que debe permear la misión de la Iglesia y de cada familia carismática.
«Nos toca compartir y ayudar a transmitir el carisma. Somos mediadores del Espíritu, facilitando que otros lo descubran desde su propia vocación y realidad», afirmó el Hno. Botana.
La corresponsabilidad entre laicos y religiosos es clave para que el carisma siga vivo y responda a los desafíos actuales.
De custodios a compañeros en la misión
Uno de los aspectos fundamentales abordados en su ponencia fue el paso de un modelo donde los religiosos son los únicos transmisores del carisma a un modelo en el que religiosos y laicos caminan juntos. «El primer paso es crear comunión, tejiendo lazos desde lo cotidiano: celebrar, acompañar y compartir la vida. Luego, ir juntos a la misión, descubriendo dónde Dios nos llama».
Este cambio de paradigma supone un nuevo modo de relación, en el que los laicos no son meros colaboradores, sino protagonistas del carisma en sus distintos ámbitos de vida.
«Mi sueño para la vida consagrada es que aprendamos a vivirla junto a los laicos, porque ellos tienen mucho que enseñarnos».
La Familia Agustino Recoleta y el reto de la sinodalidad
El Encuentro de la Familia Agustino Recoleta en Roma ha sido un espacio privilegiado para reflexionar sobre la comunión y la corresponsabilidad en la misión. La experiencia compartida con el Hno. Antonio Botana ha reforzado la convicción de que el carisma agustino recoleto es un don para toda la Iglesia y debe ser vivido de manera abierta e inclusiva.
Este evento marca un paso firme en la construcción de una comunidad más sinodal, en la que religiosos y laicos aprenden juntos, crecen juntos y llevan el Evangelio al mundo con un mismo corazón inquieto.