En este tiempo de Cuaresma que se acerca a su fin, Fray Willmer Moyetones, nos invita a no quedarnos en la oscuridad del camino, sino a llenarlo de colores, fe y esperanza. A la luz del signo del arcoíris y de la promesa de una Pascua viva, este mensaje es un llamado a mirar la vida con ojos nuevos y a dejar que la alegría de Cristo Resucitado transforme nuestra historia.
Colorea tu camino hacia la Pascua con fe y esperanza
Estamos muy avanzados en el tiempo de Cuaresma, ya próximos a la Pascua. Parece que fue ayer cuando comenzamos este camino con la imposición de la ceniza, y sin embargo, ya recorremos los últimos pasos de este tiempo marcado por el color morado. Este color, que tradicionalmente evoca tristeza, luto o muerte, no debe definir nuestra vivencia cuaresmal. Al contrario, estamos llamados a transitar estos días con alegría, esperanza y una vida llena de colores, porque algo nuevo está naciendo: una vida renovada para la humanidad.
Nuestro peregrinar hacia Dios no está cubierto de pétalos de rosas; tiene días grises y también días claros. Todo depende de cómo esté nuestra fe y nuestra esperanza. Si un día amanecemos tristes por cualquier circunstancia, quienes viven con esperanza no lo ven como un día oscuro, sino como una nueva oportunidad. Dios, que nos puso el arcoíris como signo de alianza, nos recuerda que no vino a destruirnos, sino a salvarnos. Por eso, llenemos de color la vida, confiando en esa promesa: no habrá más diluvios para ahogar nuestra historia.
Nuestro peregrinar hacia Dios no está cubierto de pétalos de rosas; tiene días grises y también días claros.
La Cuaresma, año tras año, es ese regalo que la Iglesia nos ofrece para aprender a colorear nuestra existencia. Es un tiempo de conversión, pero también de renovación. Una oportunidad para ver más allá del morado, para intuir en el horizonte los colores de una vida nueva que se acerca, aunque aún no haya brotado del todo.
Todos hemos pasado —y pasaremos— por momentos oscuros en nuestro camino espiritual. Pero también tenemos la capacidad, la ayuda de Dios y la certeza de que somos amados. Podemos elegir los colores con los que pintar nuestra historia: el color del perdón, de la reconciliación, de la alegría, de la entrega, del servicio, de la esperanza.
¡Todavía estamos a tiempo!
Quizá estos días de Cuaresma hayan pasado sin que pongamos color en nuestra vida. ¡Todavía estamos a tiempo! Es el momento de hacerlo, de encender la luz de la Pascua que se aproxima. Cristo está vivo, y está en medio de nosotros, iluminando nuestros pasos y renovando nuestra alegría.
No dejemos pasar otra oportunidad. Vivamos este tiempo como lo que realmente es: un tiempo favorable, tiempo de salvación. La esperanza es el arte de superar y transformar las dificultades. No caigamos en el victimismo ni en el pesimismo. Cambiemos los lentes con los que miramos el mundo —o mejor aún, quitémonos los que ya están empañados— y miremos hacia adelante con nuevos ojos. Algo nuevo está por venir.
¡Preparémonos para celebrar con gozo una Pascua llena de colores! Porque no todo está perdido. Hay una nueva humanidad gestándose. Hay vida nueva que nos espera.