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El Papa de la casa común: legado ecológico de Francisco

La relación entre Fray Jaazeal Jakosalem, y el Papa Francisco fue breve en encuentros, pero profundamente fecunda en inspiración. Desde el arte hasta el activismo por el cuidado de la casa común, este religioso agustino recoleto filipino encontró en el pontífice argentino un modelo, un hermano mayor y un motor para vivir el Evangelio con sabor a justicia, paz y ecología. Hoy, a modo de homenaje, recuerda sus gestos, sus palabras y su legado.

Un Papa que habló al corazón del mundo

Francisco fue un regalo para la Iglesia y para la humanidad”, comienza diciendo Fray Jaazeal. Sus palabras no son retóricas, sino vividas desde la experiencia personal. “Nos trajo el mensaje del Evangelio de Cristo al corazón de creyentes y no creyentes, con una cercanía humana que traspasaba las barreras del lenguaje y la cultura”.

La primera vez que Fray Jaazeal se encontró con el Papa fue en 2016, durante una visita a Roma. Le entregó una imagen que había pintado: Francisco abrazando a un migrante en Grecia, símbolo del sufrimiento de quienes huyen y de una Iglesia que abraza. “Fue una conversación breve —recuerda—. Él solo me dijo: ‘Reza por mí, joven’. Pero esas pocas palabras fueron suficientes”.

Laudato si’: la semilla que germinó en el corazón

Desde la publicación de la encíclica Laudato si’ en 2015, Fray Jaazeal encontró una resonancia profunda con su compromiso por la ecología integral. La encíclica no era solo un texto magisterial: era un llamado profético.

“Nos recordó que debemos escuchar el grito de la tierra y el grito de los pobres.”

Aquel documento fue el punto de partida para múltiples iniciativas en la familia agustino recoleta: proyectos ecológicos, redes solidarias, defensa de los más vulnerables. En palabras de Fray Jaazeal, “Francisco nos desafió a ser hombres de esperanza, creadores de comunión, agentes de dignidad y de cambio”.

En 2017, la Orden dio vida a Chorus, una red de solidaridad inspirada en este impulso, que tomó cuerpo en proyectos concretos: trabajo con migrantes, mujeres, comunidades en situación de vulnerabilidad, y por supuesto, acciones en favor del medio ambiente.

Arte y profecía: pintar lo que el Evangelio denuncia

Fray Jaazeal no solo habla. Pinta. Su arte es su palabra, su oración y su compromiso. En diciembre de 2024, durante una nueva visita al Papa como parte de los capellanes de la Iglesia de Migrantes en España, le regaló una cruz inspirada en Laudato si’. Francisco, ya frágil físicamente, le dijo simplemente: “Gracias”.

“Estos encuentros fueron breves, pero profundamente personales. Me confirmaron que el arte puede tener un lugar en la misión de la Iglesia, cuando se pone al servicio de la justicia y del amor.”

En una de sus obras más significativas, “Island Corded”, el Papa aparece abrazando una isla herida, símbolo del drama de los migrantes climáticos. Esa imagen, dice, es el rostro de una Iglesia que abraza los cuerpos desplazados y lucha por su dignidad.

Un camino que sigue: justicia, paz y cuidado de la creación

El legado de Francisco para Fray Jaazeal —y para tantos— no se mide en palabras sino en caminos abiertos. Hoy más que nunca, reafirma su compromiso con la ecología, la justicia social, los derechos humanos y el Evangelio encarnado.

“Francisco nos impulsó a caminar juntos, con el corazón puesto en Jesús y los pies en las periferias. Nos enseñó que no se trata solo de ideas, sino de decisiones reales, concretas, valientes.”

 “Gracias, Francisco”

En nombre de tantos que encontraron en el Papa un faro, Fray Jaazeal concluye con una palabra sencilla, honda y luminosa:

Gracias, Francisco. Por enseñarnos que el Evangelio también se pinta con tierra, se canta con lágrimas y se vive con esperanza.

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