El obispo de Chota, Mons. Víctor Villegas Suclupe, OAR, ha compartido un gesto profundamente simbólico con el Papa León XIV: dos regalos que condensan el corazón de la sierra norte del Perú. Se trata de un libro sobre la construcción del Santuario Nuestra Señora de la Asunción, en Cutervo, y una alforja tradicional andina, usada por los campesinos como signo de trabajo y vida. Un homenaje de un pueblo sencillo, creyente y generoso.
Vaticano | Martes 10 de junio 2023 | Redacción Oficina de Comunicación.
Un libro que recoge la fe construida
Uno de los presentes entregados al Papa fue un libro que narra la construcción del Santuario Nuestra Señora de la Asunción, en la localidad de Cuterbo. No es solo un texto arquitectónico, es un testimonio vivo de la fe y el compromiso del pueblo.
“Este libro representa el esfuerzo del Pueblo de Dios”, explicó Mons. Villegas. “Todo se hizo con actividades, donaciones locales y ayudas del exterior. Fue una obra compartida”.
El obispo quiso que el Papa conociera el testimonio de tantas personas que pusieron su grano de arena para levantar un templo digno para alabar a Dios. En sus páginas, se guarda el relato de una comunidad que construye con fe, con esperanza y con amor.
La alforja: el corazón del pueblo andino
El segundo regalo fue una alforja, un objeto típico del campesino peruano, que simboliza trabajo, sacrificio y vida cotidiana. Mons. Villegas lo explicó con ternura:
“La alforja se usa en el campo. El agricultor la lleva al hombro, ahí carga sus cosas, va y viene con ella. Representa el compromiso y la dedicación de nuestra gente. Se la di al Papa para que nos recuerde”.
El Papa, al recibirla, comentó con alegría: “¡Qué bonito! ¡Qué lindo!”, conmovido por lo que representaba y por el recuerdo de su Perú tan amada.
Un pueblo presente en el corazón del Papa
Para Mons. Villegas, más que entregar objetos, se trató de entregar la historia, la fe y el amor del pueblo de Chota al Sucesor de Pedro.
“Le dijimos: Santo Padre, esto es lo que hace nuestra gente. Se lo damos con cariño, para que vea su esfuerzo y su fe. Nos sentimos bendecidos por su presencia, fortalecidos sabiendo que nos tiene en su pensamiento”.
El obispo no ocultó su emoción al describir cómo sintió que su comunidad estaba presente, viva, en ese encuentro con el Papa.
Un gesto que va mas allá de lo material
En estos regalos no hubo lujo ni protocolo. Hubo verdad, vida, comunidad. Mons. Villegas entregó dos signos profundamente humanos y evangélicos: una fe construida en piedra y una alforja cargada de esperanza.
Un gesto que nos recuerda que, en el corazón de la Iglesia, siempre hay lugar para los pequeños, los humildes y los que trabajan con sus manos y oran con el alma.