Actualidad | Te contamos

“¡Allá vamos, Venezuela!”: tres profesores de la Red EDUCAR emprenden un voluntariado con ADN Recoleto

Desde el aeropuerto de Madrid-Barajas, tres docentes de la Red EDUCAR han emprendido un viaje lleno de ilusión y entrega hacia Venezuela, donde vivirán una experiencia de voluntariado promovida por ARCORES, la Red Solidaria Internacional de la familia agustino recoleta.

Una misión educativa con espíritu agustiniano

Las despedidas suelen ser emotivas, pero cuando el destino es la fraternidad y el servicio, el corazón se llena de esperanza. Marta, Irene e Iván —tres profesores de los colegios Agustinos Recoletos de España— han iniciado su voluntariado en Venezuela con el deseo sincero de dar, pero también de recibir.

“Estamos aquí en el aeropuerto esperando para poder viajar a una nueva experiencia, que es ir a Caracas a dar todo lo que tenemos, pero sobre todo a recibir de los agustinos lo que nos van a ofrecer”, compartía Marta, del Colegio Sagrado Corazón.

Esta iniciativa forma parte de los programas de voluntariado de ARCORES, que permite a docentes, jóvenes y miembros de la familia agustino recoleta colaborar en misiones, centros educativos y proyectos sociales en diversos países. En esta ocasión, el viaje lleva a estos tres profesores a vivir la realidad de las obras recoletas en Venezuela.

Profesores con alma misionera

Irene, profesora del Colegio San Agustín de Valladolid, conoció el proyecto gracias a su experiencia educativa:

“Desde allí he conocido a la Red de ARCORES y todas las obras que hacen los agustinos, y me plantearon este proyecto… con mucha ilusión y emoción dije que sí”.

Iván, del Colegio de la Divina Providencia, no es nuevo en el voluntariado: ha participado en misiones en Costa Rica y México. Pero la emoción no disminuye:

“Esperamos aportar nuestro granito para que la gente reciba no solo nuestras experiencias como maestros, sino también nuestro amor”.

Una experiencia que transforma

Este voluntariado no es solo un acto de solidaridad, es también una escuela de vida. Marta lo expresa con claridad: “Como persona me va a influir y me va a hacer crecer mucho más de lo que hago en mi día a día. Sabemos que vamos a recibir más que a dar”.

Por su parte, Irene resumía el sentir común con una frase que resuena profundamente en la espiritualidad agustiniana: “Aunque haya muchas cosas diferentes, luego tenemos muchas cosas muy iguales”.

En medio de nervios, entusiasmo, un vuelo con retraso, pero sobre todo con esperanza, los tres profesores sellaron su compromiso con una expresión sencilla pero llena de fuerza:

“¡Allá vamos, Venezuela!”

X