En el marco de la preparación para el Jubileo de los Jóvenes, un grupo de 16 jóvenes de la Juventud Agustino Recoleta (JAR) de Panamá ha peregrinado a la tumba de san Agustín en Pavía. Una experiencia profundamente espiritual, guiada por el carisma agustiniano y centrada en las Confesiones, que ha marcado sus vidas para siempre.
El sueño de la JAR, treinta años después
Treinta años después del nacimiento de la JAR, el sueño sigue creciendo. Esta vez, ha llevado a 16 jóvenes panameños a recorrer un itinerario profundamente espiritual: una peregrinación hasta la tumba de san Agustín en Pavía, Italia. Junto a fray Bolívar Salomón Sosa —y en su inicio, también con el Fray Ismael Xuruc—, el grupo emprendió este viaje como preparación para vivir el Jubileo desde la interioridad agustiniana, y no desde la euforia pasajera.
“Sentí que fue el encuentro de dos corazones inquietos”, confiesa Rubiela Cuadra, profesora y asesora nacional de la JAR Panamá, miembro del equipo internacional. Su testimonio, lleno de emoción, resume la experiencia de quienes, como Agustín, siguen buscando la verdad en lo más profundo del alma.
Un itinerario con las Confesiones
El centro espiritual de la peregrinación fue el itinerario propuesto por las Confesiones de san Agustín. Frente a su tumba —que encontraron excepcionalmente expuesta— los jóvenes vivieron momentos de sobrecogimiento, oración y silencio. “El silencio fue elocuente”, relata Rubiela, “porque no hablaban las palabras, sino el corazón”.
Con un diario espiritual en mano, cada joven fue escribiendo su propio camino de conversión, meditando especialmente el libro VIII, donde Agustín narra su transformación interior. La lectura en voz alta, la oración personal y la Eucaristía en el templo se convirtieron en momentos clave de un proceso que va mucho más allá de un viaje: “Esto es una peregrinación interior, una que todavía sigue madurando en nosotros”.
Guardar el verano para cuando llegue el invierno
Inspirada por una imagen de san Agustín, Rubiela comparte una metáfora que ha resonado con fuerza entre los peregrinos: “Este momento de gracia es como el verano de la vida. Hay que guardar sus frutos para cuando llegue el invierno”. La experiencia, dice, no puede quedarse en una anécdota. “Hemos venido a dejarnos transformar para luego ser multiplicadores de la gracia en nuestras familias, comunidades y parroquias”.
El testimonio de estos jóvenes también es un ejemplo del esfuerzo: muchos han financiado su viaje con rifas, ventas y trabajo familiar. Pero Rubiela insiste: “Lo importante no es solo el viaje físico. Es dejarse tocar por Dios. Todo es gracia”.
Peregrinos de esperanza, testigos del Evangelio
En esta etapa final del curso pastoral, marcado por el lema “Peregrinos de esperanza”, la experiencia en Pavía ha servido de antesala para el nuevo lema que guiará el próximo curso: Anunciad a Cristo donde podáis. Y no hay mejor forma de hacerlo, asegura Rubiela, que con la vida: “No tengo que irme a África para anunciar a Jesús. Lo anuncio en mi casa, con mis amigos, con mi forma de vivir. Muchas veces, nuestra vida es el único Evangelio que algunos podrán leer”.
Camino a Roma con el corazón lleno
A días del inicio oficial del Jubileo, Rubiela lanza una invitación a los jóvenes que están por llegar a Roma: “No se trata de fuegos artificiales. Se trata de abrir el corazón, de dejarse encontrar por el Señor en lo más profundo”. Y desde ese encuentro, construir una fe que no se apague, una misión que no termine.