En esta Palabra Amiga, presentamos la reflexión de Jesús Díez (1937–2020) sobre san Alonso de Orozco, el fraile agustino conocido como “el santo de lo cotidiano”. Su vida sencilla y humilde nos recuerda que la santidad no se juega en lo extraordinario, sino en la fidelidad de cada día.
Un santo cercano
San Alonso de Orozco (1500–1591) fue un agustino madrileño que vivió con radical sencillez. Conocido como “el santo de lo cotidiano”, descubrió que la grandeza de la vida cristiana no está en los gestos heroicos, sino en la humildad y en la fidelidad a Dios en lo de cada día.
Su espiritualidad, recuerda Jesús Díez, se parece mucho a la de santa Teresa de Jesús y a la de san Juan de Ávila, con quienes compartió época y sensibilidad.
La oración sencilla
San Alonso no se caracterizó por discursos brillantes ni por una vida espectacular. Más bien, su camino fue el de la oración sencilla, humilde y confiada.
“No es necesario multiplicar palabras para agradar a Dios; basta abrirle el corazón con sinceridad.”
Así lo enseñaba, convencido de que lo importante no es el brillo exterior, sino la autenticidad del alma que se sabe amada y llamada por Dios.
El valor de lo pequeño
Su vida nos recuerda que la santidad está al alcance de todos. No se trata de gestos extraordinarios, sino de amar en lo pequeño: la paciencia cotidiana, la fidelidad en las tareas de siempre, la caridad discreta y constante.
San Alonso descubrió que lo pequeño, vivido con amor, se vuelve grande a los ojos de Dios.
Un apóstol de Madrid
La mayor parte de su vida la pasó en Madrid, predicando y acompañando al pueblo sencillo. Por eso se le conoce como “el apóstol de Madrid”.
Su palabra no buscaba deslumbrar, sino llevar a todos al encuentro personal con Cristo. Cercano a los pobres, su vida fue un testimonio de humildad, fraternidad y entrega silenciosa.
La actualidad de su mensaje
Hoy, en un mundo que exalta lo espectacular, san Alonso de Orozco nos recuerda que lo esencial sigue siendo ser fieles en lo pequeño, vivir en humildad y permanecer firmes en la oración confiada.
Su testimonio es profundamente agustiniano: desde el corazón, en comunión, caminando siempre hacia Dios.
Jesús Díez, al presentarnos la figura de san Alonso de Orozco, nos regala un mensaje muy actual:
La santidad no es lejana ni complicada; se vive en lo cotidiano, en el amor sencillo de cada día.
Que san Alonso nos enseñe a descubrir en nuestra vida ordinaria un camino extraordinario hacia Dios.
✍️ Adaptación de un texto de Jesús Díez (1937–2020) para Una Palabra Amiga.