Una palabra amiga

Acompañar los pasos del corazón

Los formadores de la Orden se han reunido en Bogotá para explorar el profundo arte del acompañamiento espiritual bajo el lema «Acompañar el camino del regreso al corazón». Durante este encuentro, han redactado una carta dirigida a toda la familia agustino-recoleta en la que reflexionan sobre el papel del acompañamiento espiritual en la formación inicial, sus desafíos y esperanzas a día de hoy.

 

Queridos hermanos y hermanas,

 

Los saludamos deseándoles que la gracia permanezca con todos ustedes, que aman a nuestro Señor Jesucristo con un amor incorruptible (cf. Efesios 6,24).

Nuestro pensamiento se dirige a todos ustedes que forman parte de nuestra familia agustino-recoleta: frailes, monjas, religiosas, formandos, miembros de las fraternidades seglares, de los CEAR, de las JAR, de ARCORES, de las madres Mónicas; y a todos aquellos que sienten simpatía con nuestro modo de vivir y de servir en la Iglesia.

Los formadores/acompañantes agustinos recoletos diseminados por el mundo, nos dimos cita en la ciudad de Bogotá, Colombia. Desde estas tierras bañadas por la fe y la entrega misionera de tantos hermanos nuestros, entre ellos san Ezequiel Moreno, queremos dirigirles unas palabras.

 

1. Una mirada llena de agradecimiento

Nuestros ojos se vuelven, una vez más, al pasado no con la tentación de pensar que el pasado fue mejor que el presente que estamos viviendo, sino para remontarnos a nuestra historia y darnos cuenta de que han existido un sin números de religiosos que se han desgastado en la formación y el acompañamiento, en la evangelización y educación, en la misión y el servicio a los demás.

Haciendo memoria de nuestra historia nos damos cuenta de que no somos el producto circunstancial de un momento histórico, sino que formamos parte de la acción amorosa de Dios que, en su bondad, quiso suscitar en su Iglesia y para su pueblo un carisma muy específico: la recolección agustiniana. Y en este siglo XXI nosotros somos los herederos y custodios de este carisma que deseamos ardientemente que permanezca vivo en las próximas generaciones.

 

2. El tiempo presente: desafíos y esperanzas

En el discurso del Papa Francisco a la Curia Romana de diciembre de 2019, recordaba que “no estamos viviendo simplemente una época de cambios, sino un cambio de época”. Este cambio lleva consigo grandes transformaciones que todos podemos percibir y se dejan sentir en la sociedad y en la Iglesia. Y estos desafíos los estamos viviendo también dentro de nuestras casas de formación: la reducción considerable de los candidatos, la acentuación de algunos rasgos de fragilidad en los mismos, la falta de perseverancia en la vocación, y la dificultad para constituir equipos de formación estables.

Sin embargo, constamos también brotes de esperanza: jóvenes que tocan a la puerta queriendo conocer nuestro carisma, grupos juveniles deseosos de hacer experiencia de vida de comunidad, personas que acuden a nuestros centros de espiritualidad en busca de un encuentro con Dios, las propuestas novedosas de la Escuela de formación de la Orden que convoca muchas personas para formarse en arte del acompañamiento, el compromiso serio por crear ambientes seguros en nuestras comunidades, la solidaridad con los necesitados a través de distintos proyectos de ARCORES, formadores/acompañantes empeñados en dar lo mejor de sí en los itinerarios vocacionales, etc.

 

3. Una nueva etapa con el Redi ad cor

Hemos vivimos este encuentro de formadores de la Orden como un momento de reflexión y renovación. Centramos nuestras energías en el conocimiento del documento que se convertirá en el nuevo Plan de formación, y que lleva por título: Redi ad cor et inde ad Deum. Estamos persuadidos de que este documento no representa una ruptura con el pasado, sino una adaptación a los desafíos de la formación en el momento presente.

Este Plan de formación propone el camino del regreso al corazón como el recorrido preciso para frecuentar el propio espacio interior y, desde ahí, lanzarse a Dios sin reduccionismos intimistas. Plantea una formación encaminada a posibilitar procesos de maduración vocacional en el carisma agustino-recoleto. Este documento es un ventanal por el que se introduce lo nuevo de Dios en las comunidades. La luz que arroja este Plan es que la formación inicial está llamada a conducirnos a todos a la formación permanente.

4. El arte de acompañar

Consideramos que el acompañamiento es un arte; no un arte meramente humano, sino una misteriosa sinergia entre lo divino y lo humano, en el que acompañantes y acompañados se descubren dinamizados por la presencia del Espíritu Santo. En este sentido, el acompañante agustino recoleto, discípulo del Cristo humilde, acompaña procesos personales fundamentado en la escucha atenta de la Palabra. De modo que sea movido no solo por razones humanas, sino por las inspiraciones del Espírito Santo.

A los formadores nos ha hecho mucho bien recordar aquella imagen bíblica de la zarza ardiendo que recoge el libro del Éxodo (cf. Éxodo 3,4-5). El acompañante, a la hora de entrar en la tierra sagrada y personal de su acompañado, se quita las sandalias de los pies y la transita con delicadeza, con absoluto respeto y con muchísima caridad. Entra en la historia de vida del acompañado pidiendo permiso y dando gracias.

Como formadores/acompañantes tenemos en cuenta que el primer y principal formador es Dios. Sin embargo, sabemos que ello no nos exime de la responsabilidad personal de formarnos para ser cada vez más competentes en el arte de acompañar los procesos de aquellos hermanos que Dios ha puesto a nuestro lado.

5. El carisma agustino recoleto: un regalo para la Iglesia

¡Nuestra vocación es un don de Dios! Estos días de encuentro han sido para nosotros una bonita ocasión para renovar nuestra vocación de agustinos recoletos. Regresamos al corazón, compartimos la delicia de estar los hermanos unidos, y revisamos la calidad de nuestro servicio en la formación. Todas estas acciones son la expresión del dinamismo propio de nuestro carisma.

Al final de estas letras, les pedimos que recen por nosotros con esta sencilla oración, de manera que podamos realizar el acompañamiento formativo como un servicio de caridad en favor de la Orden y de la Iglesia.

 

Tú, Señor, eres Peregrino,
y a nuestro lado caminas,
eres nuestro acompañante por los senderos que dan vida.

En nuestro servicio de acompañar danos tus palabras amables,
que encienden el corazón
y las dudas interiores disipan.

Que aprendamos de ti, Señor,
a nuestros hermanos acompañar, con sus historias concretas, llenas de fragilidades y dichas.

Enséñanos a distribuir tu ungüento que es misericordia infinita,
que es descanso verdadero,
y amor divino que humaniza.

Que cuando acompañemos al hermano, no nos busquemos a nosotros,
sino lo que Tú has soñado para él,
y sea esa nuestra única alegría.

Pedimos a tu Santa Madre,
Virgen del Buen Consejo,
que nos acompañe en nuestro servicio, y, como ella, estemos todos, escuchando tu Palabra
que quiebra toda sordera
y llama siempre a la vida.

 

Hermanos y hermanas, nos despedimos y deseamos que “descienda la paz sobre todos ustedes, los que están unidos a Cristo” (1 Pedro 5,14).

Fraternalmente, los formadores de la Orden reunidos en Bogotá, a 20 de julio de 2024.

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