«Las madres se han convertido en una fuerza de intercesión poderosa para sus familias. Muchas de ellas llegan preocupadas por la pérdida de fe de sus hijos, y aquí encuentran una comunidad que las apoya espiritualmente”. Así comienza a explicar el consejero general y presidente del Secretariado general de Apostolado misional y ministerial, Ismael Xuruc, la labor de la Asociación Madres Mónicas.
Y es que la Comunidad de Madres Cristianas Santa Mónica es una asociación de la Orden que tiene como objetivo principal unir a las madres en oración, especialmente por la fe de sus hijos, propios y ajenos. Es un espacio donde, a través de la oración diaria y el apoyo mutuo, pueden interceder por la fe y bienestar espiritual de sus familiares.
«Donde hay una madre rezando, siempre está Dios escuchando»
Fr. Ismael ha explicado que la comunidad fue fundada en los años 80 en la parroquia de Santa Rita en Madrid, por el padre Lorenzo Infante y que las madres se organizan en los llamados ‘Coros de Oración’. Precisamente, Jessica García, una Madre Mónica de Panamá ha explicado que estos coros están formados por siete mujeres: “Lo que buscamos es tener oración permanente; siempre habrá una madre rezando por el resto del grupo. Una cada día de la semana. San Agustín nos enseña que donde hay una madre rezando, siempre está Dios escuchando”.
Aunque la asociación está presente en más de veinte países, en este ultimo año en Panamá, las Madres Mónicas han crecido significativamente, con 10 coros en la Iglesia de Piedra: “Para mí, ser madre Mónica ha sido una experiencia muy fortalecedora. Estoy muy agradecida con Dios porque estamos orando por nuestros hijos. Este trabajo es para ellos, mantenernos en oración. La oración no tiene límites”, ha compartido Lis Bocanegra, otra madre de Panamá, quien también mencionó la formación de un coro en Honduras, a pesar de que allí no hay presencia de agustinos recoletos. “La fortaleza principal es que todas tenemos el propósito de orar por nuestros hijos. La fe en que la oración transforma sus vidas también nos transforma como grupo”.
Pero, como Fr. Ismael ha explicado, ya hay madres que están rezando por sus hijos, pero que no se les llama madres Mónicas “y cuando les hablamos de esta organización, de esta estructura, de esta forma ordenada de hacerlo, se alegran y quieren hacerlo al estilo de las Madres Mónicas”.
Publicación de un libro: «Será un instrumento con orientaciones»
Por eso, para seguir dando a conocer esta asociación están impulsando un libro en el que se explica el funcionamiento y los pasos a seguir para ser una Madre Mónica: “Queremos acompañar la realidad que viven muchas madres, porque muchas en silencio enfrentan su situación de madre con sus hijos. Dentro de poco, Dios mediante, publicaremos orientaciones en un libro para que en las comunidades, parroquias y colegios, lo tengan y acompañemos a quienes deseen conformar su coro”.
«No se den por vencidas. Mantenéos firmes y confiad en la oración (…) Sólo Dios sabe lo que va a pasar en la vida de cada uno de ellos. Pero Dios nunca olvida un acto, un gesto de amor, de una madre hacia sus hijos”
En este sentido, ha explicado que esta publicación, que verá la luz en el año 2025, “servirá como un recurso para que más madres, en cualquier parte del mundo, puedan organizarse y rezar juntas, multiplicando así el poder de la oración. Queremos que cada comunidad tenga un instrumento que le oriente sobre cómo iniciar, cómo acompañar y cuál es la misión que hay que realizar”.
«Que nunca les falte Dios en el corazón»
Las madres han destacado que pertenecer a la comunidad no es complicado: «Lo único que se necesita es ser madre y tener fe. No se requiere reunirse frecuentemente, solo tener un día de oración ante el Santísimo, si es posible, o en un momento de oración en casa, pidiendo por la conversión y el cuidado de nuestros hijos para que nunca les falte Dios en el corazón”.
Por último, Fr, Ismael ha dirigido un mensaje a todas aquellas madres que rezan cada día por la conversión de sus hijos: “Yo diría que no se den por vencías. Que se mantengan firmes y con confianza en la oración. Como una vez le dijeron a Santa Mónica, un hijo de tantas lágrimas no se puede perder. Una buena madre nunca, nunca va a dejar de soñar y de querer el bien para sus hijos y, ese deseo, Dios lo acompaña. Y si tiene la posibilidad de compartir esa angustia, ese sufrimiento, esa cruz junto a otra, junto a otras, no tengan miedo. Y aunque no se vean los resultados inmediatos, sólo Dios sabe lo que va a pasar en la vida de cada uno de ellos. Pero Dios nunca olvida un acto, un gesto de amor, que una madre tiene hacia sus hijos”.