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El Prior general llega a la comunidad centenaria de Nuestra Señora de la Consolación

Al atardecer del lunes 14 de abril, durante el rezo de las Vísperas, la comunidad agustino recoleta de Nuestra Señora de la Consolación, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, recibió con alegría al Prior general, Fr. Miguel Ángel Hernández, quien dio inicio a su visita fraterna. En sus palabras iniciales, destacó que “esta comunidad tiene una historia viva, que este año celebra su primer siglo de presencia evangelizadora, servicio y consagración”.

La visita fue presentada no como una inspección, sino como un gesto de profunda fraternidad y comunión. En sus palabras de apertura, Fr. Miguel Ángel expresó: “Mi llegada no es la de un superior que inspecciona, sino la de un hermano mayor que se hace cercano para acompañar, alentar y reafirmar a los religiosos en su camino diario de consagración y servicio pastoral.” Con un tono cálido, invitó a los religiosos y laicos presentes a vivir estos días como un espacio de “renovación interior y comunitaria”, un tiempo de gracia para reencontrarse con el carisma y la misión compartida.

El martes 15 de abril por la tarde, la jornada continuó con la celebración de la Eucaristía, seguida de una reunión con el Consejo de Pastoral Parroquial (CoPaPa). Fue un momento privilegiado de escucha y diálogo, donde el Prior general pudo conocer de primera mano la vitalidad de los grupos y movimientos que dan vida a la Parroquia de la Consolación.

«Desde iniciativas litúrgicas hasta proyectos sociales, la comunidad se ha mostrado como una auténtica red de fermento evangélico en medio de la ciudad.»

Entre los apostolados destacados, se hizo especial mención al trabajo de ARCORES, la Red Solidaria de la Orden, cuya presencia en la Parroquia está orientada principalmente al acompañamiento de la población migrante, en su mayoría proveniente de Venezuela y otros países de América Latina.

A través del programa “Emprendedores con impacto”, se brinda formación y herramientas a los migrantes para la creación de microemprendimientos, facilitando así su integración y autonomía económica.

Durante la reunión, algunos beneficiarios compartieron sus testimonios, relatando cómo el apoyo recibido les permitió transformar ideas incipientes en proyectos concretos, sostenibles y generadores de empleo. Sus palabras reflejaron historias de lucha, resiliencia y esperanza que emocionaron a los presentes.

“No solo pude montar mi pequeño negocio, sino que ahora también puedo ayudar a otros que llegan como yo llegué, con lo puesto pero con muchos sueños”, dijo uno de los emprendedores.

La jornada concluyó con un ambiente de gratitud y aliento mutuo. Fr. Miguel Ángel agradeció el testimonio vivo de la comunidad y subrayó que “la verdadera renovación comienza cuando nos dejamos tocar por las historias concretas de nuestros hermanos, cuando el Evangelio se hace carne en la vida del otro.”

La visita continúa en los próximos días, en el marco de la celebración de la Semana Santa y la Pascua, con el mismo espíritu de cercanía, escucha y renovación de esperanza.

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