Durante años, el entonces obispo de Chiclayo, Mons. Robert Prevost, compartió vida, misión y fraternidad con los Agustinos Recoletos del Perú. Hoy, ya como Papa León XIV, su figura se engrandece sin perder lo esencial: la cercanía, la sencillez y la alegría serena de quien sabe caminar con otros. Un fraile recoleto que convivió con él comparte una entrevista donde revela el lado más humano y agustiniano del nuevo Pontífice. Y lo resume con una sonrisa: “Hasta antes del cónclave le mandaba chistes”.
Fray José Estebas Martínez: un misionero entre el pueblo
Nacido en España y misionero en Perú desde hace más de 35 años, Fray José Estebas Martínez, ha sido párroco, formador, consejero y servidor incansable en zonas urbanas y rurales del país. Actualmente vive en la la misión de Chota, donde ha acompañado el caminar de miles de familias peruanas y religiosos jóvenes.
Con su estilo directo, alegre y profundamente pastoral, Fray José Estebas evoca su cercanía con Mons. Prevost no como un privilegio, sino como algo natural:
“Venía a nuestra casa como un hermano. Y nosotros íbamos al obispado con la confianza de quien entra en casa de familia.”
Un vínculo de afecto y confianza
Lo que nació como una colaboración pastoral se convirtió pronto en una amistad marcada por el espíritu agustiniano: vida fraterna, alegría compartida, misión en comunidad.
“Cuando almorzábamos juntos, era una fiesta. Yo soltaba un chiste, él respondía con otro. Seguimos haciéndolo: hasta antes del cónclave, todavía le mandaba alguno. No sé si los leía, pero yo se los enviaba igual.”
Ese humor no era superficial, sino una expresión de una relación cercana, basada en la confianza y la estima mutua. “Sabía reírse, sabía escuchar. Eso no se olvida”, afirma.
El pastor que caminaba con todos
Fray José recuerda que el obispo Prevost no se limitaba a presidir: se dejaba ver, se ensuciaba los zapatos, se metía en las realidades del pueblo.
“Nos apoyó en momentos duros. En la pandemia, él fue de los primeros en responder. Se preocupaba por la gente más vulnerable. Logró plantas de oxígeno, organizó colectas. Y lo hacía sin protagonismos.”
Recuerda también su sensibilidad ante los conflictos sociales y su compromiso con la justicia y la vida: “Se comprometía. En los momentos difíciles del país, habló con claridad, pero siempre con respeto. No era un obispo indiferente”.
“Un agustino entre nosotros”
Aunque pertenecía a la Orden de San Agustín, Fray José lo describe con palabras que podrían aplicarse a cualquier religioso de comunidad:
“Tenía espíritu agustiniano: cercanía, sencillez, comunión. Nos entendíamos muy bien. Hacía suya nuestra espiritualidad.”
Participaba cada año en las celebraciones de san Agustín y santa Mónica con la familia agustiniana, agustinos y recoletos nos uníamos para celebrar juntos, y él compartía las comidas en días festivos y acompañaba las vocaciones con alegría. “Era uno más”, repite varias veces.
Un recuerdo que hoy se vuelve esperanza
La elección de Robert Prevost como Papa León XIV ha sido una sorpresa para el mundo, pero una alegría cercana para quienes lo conocieron en Chiclayo. “Es un pastor con alma. Un hombre de fe que no ha perdido la sonrisa”, dice Fray José.
Hoy, aquel fraile que mandaba chistes a su obispo confiesa que aún no sabe si volverá a escribírselos. Pero sí sabe algo más importante:
“El Papa que hoy guía la Iglesia no ha dejado de ser nuestro hermano. Cercano, sencillo, lleno de Dios. Nos sentimos afortunados de haberlo tenido cerca, y ahora más que nunca, de poder seguir caminando con él.”
León XIV, testigo de comunión y alegría
Este testimonio discreto y entrañable nos recuerda que la santidad comienza por la cercanía, por compartir mesa, palabras y vida. Desde la familia agustino recoleta, damos gracias por la historia compartida con León XIV, y pedimos que el Espíritu siga haciendo de su pontificado una escuela de comunión y esperanza.