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Carlos María Domínguez: “No nos conformemos con estar juntos: compartamos la vida”

—Fray Carlos María, ¿qué destacaría del 35º Capítulo Provincial, que acaban de celebrar?

En este Capítulo, Dios nos ha sorprendido enormemente. Hemos sentido fuertemente la oración de muchísimos hermanos que nos han acompañado con su recuerdo ante el Señor a los largo de toda la geografía agustino recoleta. Y creemos que Dios ha escuchado esas oraciones. Nos ha llevado por caminos insospechados. Algunos llegábamos al Capítulo con ciertas claridades sobre las decisiones que debíamos tomar. Y Dios nos las ha cambiado. Y nos ha hecho tomar las decisiones que Él ha querido. Por eso, estoy convencido de que el Señor nos dará a todos los religiosos de la Provincia la fuerza para poder llevarlas a cabo. Porque son suyas.

 

 —El objetivo prioritario fijado por el Capítulo dice: “Reestructurar con Espíritu para revitalizar con fidelidad, pasión y alegría, la vida y misión de la Provincia”. ¿Cómo lo piensan hacer?

El Capítulo Provincial ha decidido cinco prioridades para poder cumplir con el objetivo que nos hemos propuesto. Ellas son, en este orden: la Pastoral Vocacional; la Formación Inicial y Permanente; la Misión de Marajó, en Brasil; un servicio de gobierno que sea más dinámico y efectivo en orden a llevar a cabo el Proyecto de Vida y Misión de la Provincia, y un servicio pastoral de calidad y en misión compartida.

 

—La media de edad de los religiosos de la provincia es de 58,56 años. ¿Cómo han afrontado esta situación?

Sin duda que ha sido un tema que ha estado presente en nuestras reflexiones capitulares. Mucha de la fecundidad de nuestra Provincia se debe a la vida entregada de tantos religiosos mayores que, con sus limitaciones pero con un gran entusiasmo, siguen dando todo de sí. La media de edad es alta. Y es por eso que hemos optado por dar nuevo impulso y énfasis a la Pastoral Vocacional. Necesitamos también de la generosidad de muchos jóvenes que quieran apasionarse por el Reino.

 

El estilo Francisco

—En el proceso de renovación que vive la Orden, ¿qué influencia cree que tiene el Papa Francisco? ¿Qué destacaría de su pontificado?

Conozco al Papa Francisco desde que era arzobispo de Buenos Aires. Hemos compartido muchos momentos juntos y sé de su cariño y gratitud para con los agustinos recoletos. Algunas cosas de su pontificado no me sorprenden porque ya las venía haciendo en Buenos Aires. Pero ahora han tomado una dimensión eclesial universal. Él siempre nos ha pedido a los religiosos que diéramos testimonio del Evangelio y de nuestra consagración con alegría, desde la vivencia en fidelidad al carisma que Dios nos había regalado. Y estoy convencido de que éste es el camino por donde debe pasar la renovación de la Orden.

Su manera clara y sencilla de trasmitir el Evangelio y su cercanía pastoral, el impulso evangelizador de una Iglesia «en salida», y el modo de acercar a la gente al Señor, es lo que destacaría de su pontificado.

 

 —Usted conoce bien las comunidades y ministerios de Argentina y España. Durante los últimos tres años ha prestado un servicio de gobierno residiendo en Guadalajara (España). ¿Qué diferencias señalaría entre la Iglesia de América y Europa?

Para la Iglesia Latinoamericana ha sido un momento providencial el Documento de Aparecida y esa tónica marcada fuertemente por el binomio inseparable de «discípulos-misioneros». Es importante el papel de los laicos para llevar a cabo la misión evangelizadora de la Iglesia. Ellos tienen un protagonismo irremplazable en esa misión. La Iglesia Latinoamericana es una Iglesia joven, llena de vitalidad y esperanza pero también marcada por el flagelo de la pobreza, de la exclusión y del sufrimiento de muchos hermanos.

En Europa, la Iglesia sufre muchas veces la influencia del entorno relativista de una sociedad de confort y bienestar que lleva a la vivencia de la fe de una manera más personal e intimista, reducida casi al ámbito de lo privado y de lo sacramental. Creo que la Iglesia en Europa necesita urgentemente vivir el anuncio explícito de Jesucristo que mueva a todos a dar testimonio de la fe. El contexto va cambiando vertiginosamente. Y, si no se reacciona con rapidez, se corre el riesgo de perder los valores más esenciales de las raíces cristianas del continente.

 

Planes

—¿Qué planes tiene para revitalizar la vida espiritual, la vida fraterna y el espíritu evangelizador de las comunidades religiosas?

Estoy convencido de que, muchas veces, el origen de las crisis que nos tocan vivir tienen como causa la crisis de espiritualidad. Es fundamental reavivar el fuego que nos quemó en un principio y hacer nueva, cada día, nuestra respuesta al Señor. Es fundamental que cuidemos y cultivemos nuestra vida espiritual. Como también es fundamental que apostemos por una calidad de vida fraterna en la que no nos conformemos con estar juntos, sino que verdaderamente compartamos la vida. Y, por último, necesitamos vivir con pasión y ardor nuestra entrega por el Pueblo de Dios, al que debemos servir y amar como lo hizo Jesús.

 

 —Usted ha trabajado mucho con las JAR. ¿Qué piensa de esta oferta de la Orden a los jóvenes?

Nuestro carisma agustino recoleto es una respuesta maravillosa a lo que muchos jóvenes buscan. Ellos tienen sed de verdad y de autenticidad; necesitan profundamente vivir su fe con otros, en comunidad de hermanos. Y se sienten impulsados a contagiar a otros jóvenes la alegría y la plenitud de ser discípulos de Jesús. Por eso, creo que es providencial que los jóvenes busquen esto y que nosotros podamos ofrecérselo. Yo le doy gracias a Dios de que nuestra Orden haya hecho una opción explícita y efectiva por los jóvenes.

 

—¿Qué propuesta formativa ofrecen a un joven que quiera ser agustino recoleto?

La propuesta formativa debe ser integral y alcanzar a todas las dimensiones de la persona. No podemos centrarnos únicamente en lo religioso, espiritual o carismático. El proceso formativo debe tener un equilibrio armónico entre las dimensiones psicológicas, espirituales, intelectuales, carismáticas y pastorales que lleven a los jóvenes a sentirse «reunificados» en su interior y que les ayude a dar una respuesta generosa.

 

—Usted también pertenece al Equipo de Revitalización de la Orden (ERO). ¿Podría explicarnos qué han hecho y la influencia que ha tenido en nuestros ministerios?

Sintéticamente, se podría decir que las iniciativas del ERO consisten en la oferta de los Ejercicios Espirituales Agustinianos, con un eje temático, cada año, marcado por la programación general del sexenio; más los Talleres de Oración Agustiniana y un Diplomado en San Agustín. En la reunión que hemos tenido este año, en Roma, hemos programado otras iniciativas como, por ejemplo, los Ejercicios Espirituales con San Agustín para la vida cotidiana que, Dios mediante, verán la luz el próximo año.

Han sido muchas las personas que han participado ya de estas iniciativas, tanto religiosos, religiosas, monjas y laicos de la Fraternidad Seglar y de las JAR. La multiplicación de estas experiencia hace que la influencia de las mismas se vaya extendiendo cada vez más por toda la geografía de la familia agustino recoleta.

 

—¿Qué planes tienen para evangelizar y solidarizarse con los más pobres?

Es mucha la acción social que realiza nuestra Provincia en los cuatro países donde estamos presentes. Seguiremos apostando por la evangelización integral de hombre que implica, indefectiblemente, la promoción social. No lo queremos hacer desde un asistencialismo etéreo sino desde el mismo Evangelio.

Más en concreto, el Capítulo Provincial ha decidido priorizar a nuestros hermanos más necesitados. Queremos solidarizarnos con la situación que está viviendo el pueblo venezolano. Una de las primeras visitas que quiero realizar es a Venezuela, para que nuestros hermanos sientan la cercanía y la solidaridad de toda la Provincia para con ellos. Y, sin duda, la Misión de Marajó es y seguirá siendo una de nuestra prioridades en materia de solidaridad.

 

—¿Qué importancia tienen las JAR, las Fraternidades Seglares y la formación de los laicos en el Proyecto de Vida y Misión de la Provincia?

Sin duda ninguna, la importancia es altísima. Necesitamos de ellos para llevar adelante nuestra misión evangelizadora. Sin ellos, no podríamos nada. Es necesario que cambiemos muchas de las formas en nuestra manera de hacer las cosas. Es hora de hacer vida aquello de la «Misión Compartida», sin miedos, sin reticencias y con valentía. Y es que los laicos son parte de nuestra familia. Lo vivimos así y lo sentimos así. Así como muchas veces ellos nos dicen que necesitan de nosotros, los religiosos, nosotros queremos decirles que necesitamos de ellos. Queremos apostar por su protagonismo. Y es que al ver el amor que ellos sienten por la Orden y la entrega generosa de sus tiempos y talentos, fortalece nuestra propia entrega.

 

Sueños y utopía

—¿Cuál es su sueño sobre la Orden? ¿Es posible?

 Sueño con una Orden que sea fiel al sueño que Dios tiene para ella. Que se viva con fidelidad creativa y pasión el carisma que Dios le ha regalado a la Iglesia a través de la Recolección Agustiniana. Sueño con una Orden revitalizada en el Espíritu y al servicio de lo que la Iglesia y el Pueblo de Dios necesitan. Sueño con una Orden que se sienta interpelada por los signos de los tiempos y que encuentre, en discernimiento, las respuestas que esos tiempos necesitan. Sueño con una Orden más evangélica, más pobre, más misionera. Sueño con encontrar en ella el calor de hogar y el cariño de familia que me haga amarla y entregarme de todo corazón a ella, siempre y todos los días.

¡Y claro que es posible! Los que tenemos fe y ponemos nuestra confianza en el Señor, sabemos que «para Dios no hay nada imposible» y que Él puede hacer su obra, no solamente gracias a nosotros sino, aun a pesar de nosotros.

Puede que el sueño suene a utopía irrealizable. Pero necesitamos soñar a lo grande. Si soñamos «a lo pequeño», será más pequeña la realidad.

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