Actualidad | Te contamos

Fidelidad, oración y sinodalidad: los primeros días de la formación permanente

Con un profundo espíritu de comunión y esperanza, 52 frailes agustinos recoletos con más de 50 años de vida religiosase reunieron del 5 al 11 de octubre en la “Casa Divino Maestro” de Ariccia (Roma) para iniciar el Curso de Formación Permanente promovido por el Secretariado General de Espiritualidad. La semana, vivida en clima de familia agustino recoleta, incluyó jornadas formativas, celebraciones jubilares y peregrinaciones significativas a lugares santos de Roma.

Un curso para seguir caminando con fe madura

Provenientes de diversas comunidades de la Orden, los religiosos llegaron al atardecer del 5 de octubre a Ariccia, donde fueron acogidos por el equipo organizador: Fray Javier Monroy, consejero general y presidente del curso; Fray Sergio Sánchez, responsable de formación permanente en la Provincia de San Nicolás de Tolentino; y Fray Mario Aparecido, responsable de formación permanente en la Provincia Santo Tomás de Villanueva.

En total participaron 52 frailes, pertenecientes a tres provincias: 29 de San Nicolás, 17 de Santo Tomás y 6 de La Candelaria. Aunque estaban inscritos dos religiosos más de la Provincia San Ezequiel, no pudieron asistir por cuestiones de visado desde Filipinas.

Volver al primer amor con gratitud

El lunes 6 comenzó oficialmente el curso. Los participantes compartieron experiencias personales y vocacionales, recordando con emoción a figuras que marcaron su camino: el Venerable Alfonso Gallegos, el P. José Luis Igea, el P. Román Echávarri y otros formadores misioneros que dejaron huella.

En la jornada del martes, se abordó el tema de la formación permanente en edad avanzada, enfrentando con honestidad los desafíos de esta etapa: cambios, salud, convivencia. Las preguntas de fondo resonaron con fuerza: ¿Quién es Dios para mí? ¿Cómo y hacia dónde camino ahora?

Una semana marcada por el Jubileo

El miércoles 8, los frailes participaron en la Audiencia General con el Papa León XIV, quien reflexionó sobre la humildad de Cristo resucitado y su cercanía silenciosa:

“No hace nada espectacular… se acerca discretamente, como un viandante cualquiera.”

Ese mismo día celebraron la Eucaristía en la Iglesia San Ildefonso, presidida por el Prior General, Fray Miguel Ángel Hernández, quien agradeció la fidelidad de los participantes:

“No porque hayan sido perfectos, sino porque confiaron en el amor de Dios más que en sus propias fuerzas. Sois un faro para todos.”

Por la tarde, frailes, monjas y laicos recorrieron juntos la Via della Conciliazione en peregrinación jubilar, pasando la Puerta Santa y culminando con oración y canto en la capilla de la Virgen del Perpetuo Socorro en San Pedro.

Celebración del Jubileo de la Vida Consagrada

El 9 de octubre fue el día cumbre: los religiosos participaron en la Misa del Jubileo de la Vida Consagrada en la Plaza de San Pedro, presidida por el Papa León XIV. En su homilía, basada en los verbos “pedir, buscar y llamar”, animó a los consagrados a vivir una espiritualidad de confianza, búsqueda y misión, recordando que:

“Sin Él nada existe, nada tiene sentido, nada vale” (Confesiones 10,6.8).

Por la tarde, la familia agustino recoleta se reunió en la Basílica de San Agustín, ante la tumba de Santa Mónica, para orar y renovar juntos su entrega.

Sinodalidad y profecía: claves para este tiempo

El 10 de octubre, en la fiesta de Santo Tomás de Villanueva, los participantes vivieron una jornada fraterna con el resto de la familia agustino recoleta. Monseñor Luis Marín de San Martín, subsecretario del Sínodo de los Obispos, ofreció una profunda ponencia sobre la sinodalidad vivida desde el carisma agustiniano.

Recordó que la vida consagrada debe recuperar la radicalidad de sus orígenes, ser testimonio de esperanza, escuchar, rendir cuentas y asumir los retos actuales con audacia y humildad.

“Estamos llamados a erradicar el pesimismo como un cáncer y a ser profetas de esperanza.”

Resonancias y peregrinación mariana

El sábado 11, los frailes compartieron sus ecos de la semana: la belleza de caminar juntos, el testimonio de generaciones, la fraternidad entre monjas y laicos, el paso por la Puerta Santa, la profundidad de la homilía papal… Fue una jornada de gratitud.

Por la tarde peregrinaron a Genazzano, al Santuario de la Madre del Buen Consejo, donde Monseñor Eusebio Hernández presidió la Eucaristía.

Allí cantaron con ternura la Salve y el Joseph, confiando su vocación a la Virgen y a san José.