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San Agustín: vivir, rezar y amar

El 28 de agosto se celebra un día grande para la Iglesia en general y para toda la familia agustina recoleta: la Solemnidad de san Agustín. Por este motivo el prior general de la Orden de Agustinos Recoletos, Miguel Miró, ha remitido un mensaje a toda la familia agustino recoleta (religiosos, religiosas, fraternidades seglares FSAR, jóvenes JAR y personas que comparten el carisma recoleto en parroquias, centros educativos y otras presencias de la Orden) pidiendo la celebración de dicha fiesta con «gratitud y alegría».

En este Año de la Santidad , el prior general en su mensaje, recuerda la cercanía que hay que tener con el Santo de Hipona, quién es «padre, maestro, amigo y compañero nuestro de camino».  Además trae a la memoria que muchos cristianos de todas las épocas han aprendido de san Agustín a «vivir, rezar y amar».

Creadores de comunión

El prior general recuerda la importancia de pedir al Señor para  “mantener con espíritu renovado el sueño de san Agustín de vivir como hermanos «con un solo corazón y una sola alma» (Regla 1, 2), reflejando el ideal de los primeros cristianos y siendo profecía viviente de comunión en este mundo nuestro, para que no haya división, ni conflictos ni exclusión, sino que reine la concordia y se promueva el diálogo” (Francisco, Discurso al 55º Capítulo de los Agustinos recoletos).

Tal y como el papa Francisco dijo en audiencia a la Orden durante el último Capítulo General, tenemos que ser creadores de comunión y por ello, el prior general recuerda en su mensaje que debemos aprender de san Agustín «a ser creadores de comunión, a dialogar en comunidad, a hacer propuestas de vida y esperanza, a trabajar por la paz y a ser solidarios con los más pobres».

Concluye sus palabras el Prior General con el deseo de que «el Señor renueve en la Familia agustino-recoleta el espíritu que infundió en san Agustín, para que vivamos unidos en Cristo y anunciemos el Evangelio con esperanza y alegría.»

Haznos sencillos y generosos

San Agustín, enséñanos
a ser humildes y agradecidos para reconocer los dones del Señor
y a ser generosos para compartirlos con alegría.
Tú, que has sido luz evangélica para tantas generaciones,
camina hoy con nosotros
e ilumina nuestros senderos y procesos de revitalización.
Ayúdanos a discernir la voluntad de Dios
y a tomar las decisiones acertadas
en respuesta a la llamada de la Iglesia
y a las necesidades de los hombres. Amén. 

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