La parroquia, cuya labor pastoral y mantenimiento están encomendados a los Agustinos Recoletos, fue construida en 1557. Es uno de los templos más antiguos y con más historia de la capital de Perú
En el distrito de Pueblo Libre (Lima, Perú), una fachada de colores rosados y blancos esconde uno de los tesoros artísticos de más valor de la capital del país. La parroquia Santa María Magdalena fue construida en 1557. Los evangelizadores españoles trajeron el estilo barroco y lo plasmaron en este pequeño templo, encomendado a los Agustinos Recoletos desde 1944. La historia que guardan los cuatro muros de la iglesia es extensa. Los frailes franciscanos tuvieron durante muchos años la gestión y mantenimiento del templo, antes de la llegada de los misioneros recoletos.
Santa María Magdalena fue declarado patrimonio cultural de la nación. Por eso, asegura su párroco, el agustino recoleto Gerardo Rimarachín, que «la labor que han hecho los religiosos ha sido pastoral y de conservación». Mantener el arte que conserva este templo requiere mucho esfuerzo, tanto económico como personal.
A ello se suma la actividad pastoral de la parroquia. «Es una iglesia viva, con muchas comunidades cristianas y que participan». La vida de su comunidad permite «que se mantenga el templo». La parroquia «ha sido el centro de culto y evangelización para toda la zona».
Un templo para el cacique Taulichusco
El solar sobre el que está construida la parroquia fue donado el 14 de agosto de 1557 por el cacique Gonzalo Taulichusco –a raíz de su bautismo- a los Franciscanos. Taulichusco, según los testigos indios, proveía los tributos que se enviaban al Inca y lo que éste mandaba. Gracias a la donación que realizó el cacique, se erigió este templo en su honor. Los misioneros españoles quisieron mostrar su agradecimiento creando un rico templo, lleno de grandes altares y retablos barrocos, del mismo estilo que en España gustaba a la nobleza.