P.- ¿Qué significa para usted la elección como prior provincial?
R.- Haber sido elegido prior provincial supone para mí un difícil acto de obediencia, pero también una ocasión de servir a la provincia, a la Orden y a la Iglesia, especialmente en estos tiempos de prueba.
P.- ¿En qué puntos ha hecho más hincapié el capítulo provincial que acaba de terminar?
R.- El capítulo ha hecho hincapié sobre todo: en la centralidad de la eucaristía en la vida diaria; en el voto de pobreza y los modos de practicarla; en la vivencia diaria de la vida de comunidad; en la formación de formadores; en la estabilidad de los programas de formación; en el reforzamiento del compromiso de la provincia con las misiones de Sierra Leona, Taiwán y Palawan; en la necesidad de asegurar la continuidad en los programas de nuestros centros de enseñanza, aun cuando cambien los equipos de religiosos que los administran; en nuestra mayor implicación en la formación en la fe en nuestros colegios y universidades; en la necesidad de caminar hacia una educación específica nuestra; en la mayor colaboración con la curia general; en la necesidad, en fin, de una comisión de historia, cultura y patrimonio recoletos.
P.- ¿Qué sugeriría para intensificar la vida fraterna en las comunidades?
R.- Sugeriría un mayor énfasis en la oración comunitaria, en la comunicación entre los religiosos, en las reuniones y capítulos locales, en la oportuna intervención de los priores locales en los casos de abusos y en el testimonio, en fin, de una vida gozosa entre los hermanos.
P.- Usted ha sido formador durante muchos años. ¿Tiene su provincia muchas vocaciones? ¿Cuáles son sus retos más importantes en la formación inicial y en la permanente?
R.- Por lo que se refiere al número de vocaciones, yo diría que “nos mantenemos”, o sea que hay años en que tenemos más y otros en que tenemos menos. Solemos tener una media de dos ordenaciones por año, cuando menos. Hemos notado un cambio de valores y actitudes de los formandos a todos los niveles; los mismos aparatos modernos les han distraído bastante. Nuestro reto es cómo acomodarnos a su mentalidad sin dejar de inculcar en ellos valores cristianos y religiosos auténticos. En cuanto a la formación permanente, hemos notado en los religiosos más inquietud por actualizarse en el plano académico que por implicarse en programas y actividades de renovación. También existe el reto de convertir la vida de cada día en un medio de formación continua. En el contexto filipino, la abundancia de ocupaciones pastorales y ministeriales nos aparta con frecuencia de las iniciativas de formación continua.
El prior general habla con Bangkaya. La situación en Filipinas
P.- ¿Qué nos puede decir de la situación social y religiosa de Filipinas?
R.- La sociedad y el gobierno de Filipinas han tenido que soportar la corrupción, que arranca de nuestra cultura étnica y de nuestro modo de relacionarnos. Esto ha frenado nuestro progreso global, aun cuando ha mejorado mucho la calidad de vida de la gente. En cuanto a la situación religiosa resulta paradójica. Los filipinos tienen una profunda religiosidad y hasta una cierta espiritualidad, pero no se han involucrado en la transformación moral de la sociedad. La Conferencia Episcopal de Filipinas describe este fenómeno diciendo que la vida intrapersonal e interpersonal no mueve hacia la esfera metapersonal. En el país se siente una crisis global, pero en proporción no ha afectado tanto la vida de la gente; se dice que la economía está basada en el consumo, más que en la importación-exportación.
P.- ¿Qué pueden aportar los agustinos recoletos a la Iglesia de Filipinas?
R.- Con nuestra historia de más de 400 años en este Archipiélago, es indudable que los agustinos recoletos hemos ayudado a construir la Iglesia de Filipinas. En este momento, con el servicio que prestamos en parroquias pobres y marginales ayudamos en el desarrollo de la Iglesia de los pobres. El apostolado de nuestros centros de enseñanza ayuda también a mantener la fe entre los jóvenes. Los cientos de becas que ofrecemos en esos mismos centros a los estudiantes menos pudientes, han formado a muchos ciudadanos honrados y útiles a la sociedad. Nuestra vida como comunidad religiosa les abren los ojos tanto a los fieles a los que servimos como a las otras comunidades de la Iglesia. Yo me doy cuenta de que, poco a poco, la Iglesia filipina, lo mismo seglares que religiosos, aprenden de nuestra experiencia de vida común y de cómo construir comunidades cristianas. Los evangelizadores recoletos que un día sí y otro también trabajan sin mucha publicidad, han sido etiquetados ya en la Iglesia como “trabajadores silenciosos”.
El apostolado educativo más grande de la Orden
P.- ¿Qué subrayaría del trabajo de los agustinos recoletos en nuestros colegios y universidades?
R.- El apostolado educativo de la provincia es el más grande de toda la Orden. Su característica hasta ahora es la excelencia tanto en educación como en técnicas. En general y comparativamente, nuestros centros se dirigen a la clase media y a los estratos más pobres de la sociedad. Y ponemos el énfasis en una educación verdaderamente católica. La capellanía ya está establecida en todos los centros y funciona en la práctica. Ya he indicado antes que el servicio que prestamos con nuestras becas a los pobres es digno de nota.
Foto familiar de los capitulares. P.- La provincia de San Ezequiel tiene misiones en Taiwán y Sierra Leona. ¿Qué sugiere en orden a fomentar el espíritu misionero?
R.- En los últimos tiempos, la Provincia ya estaba haciendo esfuerzos para promover entre nosotros el espíritu misionero, tanto entre los religiosos como entre los fieles: desde recoger recursos económicos, hasta mentalizar a los formandos como futuros misioneros, o implicar a socios seglares en iniciativas misioneras, o hacer campañas de oración por las misiones… Además de esto, creo que, para mover a los religiosos a trabajar en las misiones, primero hay que desarrollar entre ellos una espiritualidad más profunda.
Hacia una comunidad más unida
P.- ¿Qué sugiere usted para aumentar la comunión y colaboración entre las provincias de la Orden?
Necesitamos mejorar en el área de los idiomas, nosotros y también las otras provincias; tenemos que hacer un esfuerzo por aprender las lenguas oficiales; continuar con la página web de la Orden (lo que usted está llevando a cabo es encomiable); por último, seguir colaborando en el campo misional.
P.- ¿Qué pediría a la Orden y a toda la familia agustino-recoleta?
Ante todo, necesitaríamos sus continuas oraciones y su apoyo fraterno. Estamos muy lejos geográficamente. Sería muy bueno si, de vez en cuando, pudieran venir algunos religiosos o grupos a visitar nuestras comunidades. ¡Venir a Filipinas, la “perla del mar de Oriente”! Parece como si estuviéramos escondidos en algún lugar. Sin embargo, hoy día el viajar se ha hecho muy fácil y barato. Quizá pediría que se organicen más actividades o celebraciones en Filipinas. Por nuestra parte, hemos procurado enviar religiosos al extranjero no sólo a reuniones de importancia, sino también para que conozcan a otros miembros de la Orden.
PERFIL | Regino Z. Bangcaya |
– Nacimiento: 7 septiembre 1949, en Laua-an (Antique, Filipinas) Cargos desempeñados: |