Actualidad

Durán: “No pude resistir la tentación de ponerle música a san Agustín”

José Manuel González Durán, nació hace cuarenta años en Baracaldo (Vizcaya); a los seis años se traslada con su familia al pueblo de sus padres, la pequeña localidad de Alcazarén, cercana a la ciudad de Valladolid. En Valladolid los agustinos recoletos dirigen el colegio San Agustín, y allí comenzó José Manuel -a los 12 años- su relación con la Orden. Hoy es religioso y sacerdote agustino recoleto y ha desarrollado su ministerio en lugares como Manila (Filipinas), Roma, Zaragoza, Marcilla (Navarra) y, actualmente, en Madrid. Su afición a la música le ha llevado a componer, cantar y publicar varios discos de música religiosa en los que se puede percibir la inspiración agustiniana: búsqueda, interioridad, amistad, amor, comunidad….

P.- ¿Cómo surgió en ti el deseo de componer y cantar canciones?
R.- Los inicios tengo que situarlos en el Colegio San Agustín de Valladolid donde ingresé a punto de cumplir los doce años; allí la música era una parte importante de nuestra vida; además de una asignatura como tal, teníamos rondalla, posibilidad de estudiar algo de piano y flauta, bastantes ensayos para preparar los cantos de la liturgia diaria, de las primeras comuniones, las fiestas del colegio, las veladas culturales… La verdad es que mi camino vocacional y musical van a la par. Fue en el seminario donde, con 16, años comencé a tararear melodías rasgueando acordes en la guitarra, y así vieron la luz mis primeras canciones. Formamos un pequeño grupo que se llamaba “Voces nuevas”, con el que estrenábamos de vez en cuando alguna de mis composiciones.

Discografía

Durante más de diez años fui guardando en mi baúl particular las canciones que me ayudaban a expresar cosas que iban por dentro, con la esperanza de que algún día pudieran publicarse. Por fin, en 1999, esa esperanza pasó a ser una realidad con la publicación del primer disco, “Camino de Santiago”, que nace, lógicamente, de esa experiencia hermosa y profunda que fue para mí la peregrinación a Compostela. Luego vino “Vendremos a él”, con motivo del Jubileo del año 2000, y, por último, “Confieso tu amor”. También han aparecido dos discos con temas míos publicados en Colombia por la provincia de la Candelaria, uno con canciones dedicadas a la Virgen: "Madre del Silencio", y otro recopilando canciones ya publicadas con anterioridad: "Quédate". En fin, creo que música y vida caminan juntas; lo que vives necesitas expresarlo, cantarlo y, a la vez, lo que expresas y cantas ilumina y da forma a lo que vives.

Inspiración

P.- ¿En qué te inspiras para componer tus canciones?
R.- Al principio es la respuesta a un impulso interior de “crear”, de “decir” las cosas que vives o te impactan con este leguaje de la música que, sin saber muy bien cómo, sientes que te impulsa. La experiencia interior y la vida están ahí siempre como fuente de inspiración; esto aparece claramente, por ejemplo, en mi primer disco "Camino de Santiago". Pero para mí es fundamental la Palabra de Dios como fuente inspiracional; el segundo disco, “Vendremos a él” fue un reto en este sentido: cantar la Palabra que nos ha sido dada: canciones a la Trinidad, al Padre, al Hijo, al Espíritu, a los templos de Dios que somos, a la morada que Dios pone en nosotros, san Juan, san Pablo, María… Si no bebe en el manantial de la Palabra de Dios, la música en clave cristiana dejará de ser “vocación” para terminar siendo mera “exhibición”. En el caso de los católicos tenemos la suerte de contar también con la fuente de inspiración que contiene la tradición de la Iglesia y el testimonio de sus santos, precisamente como testigos vivos del amor de Dios y el seguimiento de Cristo, la Palabra hecha carne. Para “Confieso tu amor” la inspiración, lógicamente, proviene de uno de esos testigos de la fe en Dios y en su Palabra, Agustín de Hipona.



El mensaje y la experiencia de san Agustín sigue tocando a las personas porque su historia es también, de un modo u otro, nuestra historia y nuestra lucha.
San Agustín

P.- ¿Háblanos de esa idea de recurrir a san Agustín para poner música a sus palabras?
R.- Bueno, ¡quién no ha oído hablar de las Confesiones!, por ejemplo. Habiendo bebido en la tradición de nuestra familia agustiniana a lo largo de los años de formación y ministerio, y teniendo en cuenta que muchos textos de san Agustín tienen gran fuerza y belleza, humana y espiritual, digamos que no pude “resistir la tentación” de “ponerle música a Agustín”. Esto se plasma sobre todo, aunque no exclusivamente, en el disco "Confieso tu amor", dedicado, precisamente, a las Confesiones de san Agustín. El mensaje y la experiencia de san Agustín sigue tocando a las personas porque su historia es también, de un modo u otro, nuestra historia y nuestra lucha: dejar que Dios vaya inundando toda nuestra vida o, por el contrario, marcar nosotros las condiciones de la relación con Él. Ojalá que quien escuche “Confieso tu amor”, al revivir el itinerario espiritual de san Agustín, se sienta animado por Dios y por el santo de Hipona en el suyo propio.

P.- ¿Y cómo explicarías ese itinerario espiritual de san Agustín a los jóvenes de hoy?
R.- Más que explicarlo les invitaría a recorrerlo junto a él y que vieran cómo les resonaba en sus propias vidas: su corazón inquieto siempre en búsqueda; la presencia siempre cercana de sus seres queridos, de los amigos; el vacío interior cuando lo que se ofrece a tu alrededor no llena; la escucha del corazón; el darle a Dios una oportunidad y atreverse a un encuentro personal con él…

Arte cristiano

P.- San Agustín descubre la belleza, el amor y una nueva vida a través de Jesucristo y su Evangelio; pero proponer el Evangelio en nuestro mundo desarrollado se está convirtiendo en todo un reto. ¿Cómo se puede "confesar" la fe en Jesús en nuestra sociedad? ¿Es quizás el arte una forma de ofrecer esa Buena Noticia?
R.- Es que el Evangelio siempre es un reto, y el día que no sea así, tendremos otra cosa, pero no la Buena Noticia de Jesús. Esto ha sucedido siempre en la historia de la Iglesia desde los primeros cristianos hasta hoy. En ciertas épocas la sociedad podía ser más receptiva pero siempre había retos que afrontar desde el Evangelio. El cómo afrontemos el reto sí que tiene que ver con el momento que nos toca vivir. ¿Pistas? No hay respuestas mágicas; quizá mirando el mundo como oportunidad y no como amenaza; aceptando sencillamente que –al menos en Occidente- somos poco significativos socialmente y vivir con alegría la riqueza de esta pobreza; formarnos bien teológicamente para poder dar razón de nuestra fe a quien nos la pidiera; ofrecer un testimonio de fraternidad por encima de cualquier tipo de prejuicio; vivir con austeridad y apostar por los más necesitados… y nunca dejar de confiar en Dios, Señor del mundo y Juez de la historia. Mientras tanto, como diría san Agustín, “canta y camina, no te detengas”. Quizá nos parezca poca cosa, pero no debemos olvidar que el Evangelio lo “hacemos vida” cada uno en el día a día y a través de las cosas sencillas y aparentemente intrascendentes. El Evangelio no es cuestión de cantidad sino de calidad, y no nos exige bombos y platillos, sino fidelidad cotidiana y mucha humildad para dejarse transformar por Dios si queremos luego transformar una pizquita de mundo. No estoy diciendo que haya que esconderse, pero tampoco creo que debamos obsesionarnos con tener mucha presencia e influencia social. Por eso el arte cristiano será testimonio evangélico de fe no por la influencia o resonancia que pueda tener, sino por ser fiel a sí mismo: humilde intento de plasmar la presencia visible del Invisible, la música y la voz de la Palabra, los destellos de belleza que proceden de la Belleza. Agustín es un gran ejemplo en esto. Para el cristiano la belleza es reflejo de Dios y pertenece a la esencia de la Buena Noticia; de ahí, insisto una vez más, la responsabilidad que tienen ante ella tanto los creadores como los receptores de la misma.

Presente y futuro

P.- Tu eres agustino recoleto, ¿qué propones para vivir la interioridad, el amor, la amistad y la solidaridad?
R.- Tres cosas fundamentales: la primera vivir con pasión todos esos aspectos; pero también –segundo aspecto– vivir con autenticidad. Agustín fue muy apasionado, pero también muy auténtico; se comprometía de lleno, pero tenía una conciencia crítica muy sana que él percibía por dentro y a la que se mantenía fiel. Si aquello en lo que se había embarcado no le llenaba por dentro, pues no se aferraba a ello, sino que lo dejaba para iniciar una nueva búsqueda. Como tercer elemento mencionaría el vivir todo –pasión y frustración, compromiso e interioridad– haciendo de ello camino de encuentro y de relación con Dios y con Jesucristo.

P.- ¿Qué proyectos discográficos tienes para el futuro?
R.- Bueno, habrá que ir viendo poco a poco qué posibilidades pueden llegar a materializarse. Quizá para el próximo año vuelva con más canciones de temática agustiniana. También me gustaría poder poner voz y publicar varias canciones que tengo compuestas dedicadas a la Virgen.

X