Las vivencias que casi 350 jóvenes vivieron en Panamá hace un mes siguen permaneciendo en el corazón de muchos. «Fue hermoso ver la alegría y convicción de tantos jóvenes»
Jóvenes de más de 180 países del mundo participaron hace justo un mes en la JMJ 2019. De los miles de jóvenes que llegaron hasta Panamá, casi 350 vivieron además los días previos la experiencia de la JMJAR 2019. El gran encuentro de la Juventud Agustino Recoleta (JAR) reunió en el Colegio San Agustín a jóvenes de diferentes países y diferentes culturas pero con un mismo sentir: vivir con una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios.
Un mes después de la JMJAR, la experiencia sigue estando fresca en el corazón de los jóvenes de las JAR. Para Debora Ferrer, de Argentina, fue «la experiencia más enriquecedora de su vida». Estuvo en la JMJ de Cracovia 2016 pero considera en esta aprendió mucho más de las culturas y de cómo viven el carisma los jóvenes de cada país. «Agradezco a Dios por haberme dado ésta oportunidad de mostrarme que no estamos solos, que hay otros jóvenes que también luchan para que otros tengan un encuentro personal con Cristo resucitado», dice.
Dios mueve su iglesia a través de los jóvenes y la JMJ de Panamá demostró que el mundo tiene promesas con quien son «el hoy de Dios», como dijo el Papa Francisco. Desde la llegada al Aeropuerto de Tocumen se sintió la alegría y la presencia viva de una Iglesia en fiesta, de una comunidad mundial que se preparó desde años para que esos pocos días se puedan convertir en el diario de Cristo en su corazones. «Fue hermoso ver la alegría y convicción de tantos jóvenes de estar ahí a pesar de las dificultades, rezando todos por la paz y el orden mundial», recuerda Debora.
Jatna Liranzo, dominicana, rememora los preparativos la JMJAR. Fueron muy difíciles; pensó que su sueño de años iba a colapsar en minutos, tan así que horas antes de tomar vuelo a Panamá tuvo que ser intervenida de emergencia para extraer unas muelas. «Todo debe ser abrazado: el dolor, el sufrimiento, las adversidades; de eso se trata la vida, simplemente de amar, eso es lo que nos hace sentir vivos», dice Jatna. Pese a las dificultades, fue a Panamá para «vivir la mejor experiencia de mi vida, aprendiendo de mí misma».
Fue una experiencia mucho crecimiento para quienes, junto a María, fueron a recibir a Jesús en su Corazón. Sebastián Gómez fue a Panamá desde Brasil. En la JMJAR ha aprendido a «vivir de verdad el carisma agustino».
Después de mes, a los jóvenes les cuesta recordar lo que vivieron en Panamá sin sentir emoción. «Cada día que pasa extraño más Panamá pero amo vivir cada uno de esos recuerdos y siento que a medida que pasa el tiempo el testimonio que puedo dar se hace más grande», dice Jatna. Para Debora «se hace difícil ver qué ya pasó un mes de aquel encuentro de semejante magnitud, alegría y gozo». Algo parecido le ocurre a Sebastián: «Después de un mes sólo consigo pensar en la experiencia maravillosa que viví y cómo crecí personalmente».
Algo ha cambiado en la vida de los jóvenes que vivieron unidos, como las primeras comunidades cristianas, una semana de comunidad, formación y crecimiento interior. Es algo que no se olvida fácilmente, pase el tiempo que pase.