El primer artículo del programa de Formación Permanente OAR 2019 – de título ‘Creadores de comunión’- analiza el acompañamiento y participación del discípulo de Jesús. Lo escribe el agustino recoleto Jairo Soto
«Koinonía es un sustantivo griego que tiene como raíz primitiva el verbo ejoo, que significa ‘tener’, y su compuesto metejoo, significa ‘participar’. Ambos términos aluden a los individuos que o bien gozan de la posesión de un bien o bienes diversos, o bien disfrutan de la participación de dicho bien o bienes. Serían los necesitados. Koinonía, por tanto, centra su atención en lo común y, solo en un segundo momento, en los individuos involucrados en la participación. Los sustantivos koinonós y métojos expresan, además, una solidaridad que no consiste solamente en un tener, sino que requiere de una participación activa. Significan entonces colaboración, ayuda. En resumidas cuentas, ambos vocablos no indican pasividad, sino más bien actividad, pues quien participa de sus bienes ofrece de lo que posee. Pero el beneficiado recibe un bien como una gracia para incorporarse a una determinada actividad».
Así comienza el primer artículo del programa de Formación Permanente 2019, que como cada año ofrece la Orden de Agustinos Recoletos y que en esta ocasión tiene como título «Creadores de comunión», en referencia al lema pastoral. En el primer número de la colección de 2019, el agustino recoleto Jairo Soto comenta el acompañamiento y la participación del discípulo de Jesús -la koinonía– y su influencia en la comunidad agustiniana.
Para elo, el autor se centra en lo descrito en el Evangelio de San Lucas y en los Hechos de los Apóstoles. En el libro del Nuevo Testamento hay una máxima en referencia a la comunidad que la familia agustiniana desea construir: «quien da de sus bienes integra a la comunidad a quien los recibe; es decir, se participa en ellos porque se pertenece a la comunidad». Es la reflexión que saca el autor. En el capítulo 4 de los Hechos de los Apóstoles se encuentra una de las frases que posteriormente utilizaría San Agustín en su regla: «Tenían un solo corazón y una sola alma» (Hch 4,32).
Posteriormente Jairo Soto explica en el artículo el acompañamiento y el papel del discípulo de Jesús según el Evangelio de San Lucas. De él destaca tres partes: «Recomendaciones a los discípulos», «El verdadero tesoro», «Los primeros puestos», «Condiciones para ser discípulo», «El buen uso de las riquezas», «Zaqueo, ejemplo de koinonía», «La ofrenda de la viuda» y «Contra la ambición».