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«Todos tenemos la misión de ser solidarios y contagiar esperanza»

Los superiores generales de la familia agustina recoleta avisan del impacto que tendrá el COVID-19 en la misión evangelizadora y llaman «a la imaginación de la caridad» para afrontar las consecuencias.

Ante la situación de emergencia mundial provocada por el coronavirus, los superiores generales de la familia agustina recoleta han remitido un mensaje conjunto en el que reflexiona sobre el impacto que ha tenido y tendrá el COVID-19 en las comunidades agustinas recoletas y la labor evangelizadora. En su escrito han recordado a los religiosos y personas que han fallecido a causa de la pandemia, y han llamado a la esperanza tras una situación difícil en la que han emergido iniciativas creativas para acercar la fe a todos los rincones.

La carta ha sido firmada por el prior general de la Orden de Agustinos Recoletos; las madres federales de las Agustinas Recoletas de España y de México; la madre federal de las Agustinas Descalzas; y las superioras generales de las Augustinians Recollects Sisters, Misioneras Agustinas Recoletas, Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, Agustinas Recoletas de los Enfermos y Comendadoras de Santiago. Todos ellos comienzan su escrito invitando a no tener miedo y a pedir el don del Espíritu «para escuchar la voz de Cristo en el clamor de los que sufren la pandemia, así como en todos los que son víctimas de la injusticia humana o de cualquier tipo de abuso». «Queremos escuchar –dicen– el clamor de la tierra y el clamor de los pobres».

«Hemos sufrido y sufrimos»

En el momento en el que la crisis comienza a amainar, los superiores de la familia agustina recoleta aseguran que «ha sido un tiempo de sufrimiento». «Hemos sufrido y sufrimos con los que sufren en nuestras comunidades religiosas, en nuestras familias, parroquias y centros educativos y en el mundo entero», indican. Concretamente recuerdan a los «hermanos queridos» que han muerto por el COVID-19, así como los que la sufren hospitalizados o en sus comunidades.

En este sentido, recuerdan las palabras del Papa Francisco en la bendición extraordinaria Urbi et Orbi el 27 de marzo: «En medio del aislamiento en que estamos sufriendo la falta de afectos y encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchamos una vez más el anuncio que nos salva: Jesús ha resucitado y vive a nuestro lado. El Señor nos compromete desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama vacilante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y hagamos que la esperanza se reavive».

No obstante, además de las consecuencias negativas, los superiores reconocen la labor evangelizadora y educativa que en esta coyuntura han realizado religiosos, laicos y jóvenes. Especialmente valoran la oración de las hermanas contemplativas desde sus monasterios. En general constatan que «se ha intensificado la oración» de forma virtual y telemática en muchos lugares, una modalidad que valoran como «novedosa y especialmente preciosa».

«La crisis sanitaria tendrá un impacto social»

Asimismo, el prior general y las superiores de las congregaciones femeninas piden unidad para la situación que generada por la pandemia: «Todos nosotros tenemos la misión de ser solidarios y contagiar esperanza». En este sentido, han avisado que “no podemos recluirnos y preocuparnos por lo ‘mío’ y lo ‘nuestro’ sino por el bien común».

Los religiosos han advertido que «la crisis sanitaria tendrá un impacto social, en el trabajo, en la economía, en las relaciones humanas y también en nuestra misión evangelizadora». Si bien esta coyuntura provocará «una mayor austeridad», estos fenómenos son «una llamada a la imaginación de la caridad, a ser creativos para ser más humanos», según afirman.

Para ello, los superiores de la familia agustina recoleta invitan a colaborar con ARCORES en las distintas iniciativas que está llevando a cabo en varios países para paliar las consecuencias del coronavirus. La ayuda puede ser mediante recursos económicos, a través de voluntariado o con la cesión de medios materiales o espacios.

«Tenemos que prepararnos y estar dispuestos con la oración, la caridad y la solidaridad para caminar unidos en cada país», dicen. Por último, han pedido abrirse al Espíritu para poder «ver el mundo a la luz de Cristo, mientras crece la esperanza en el fondo de nuestro corazón».

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