En mi visita a Chota para cumplir diferentes actividades de ARCORES Perú he podido constatar que, frente a una barahúnda de bloqueos, cortes de carretera, incendios de comisarías o camionetas de los policías, nuestra Red Solidaria Internacional ARCORES va sembrando como un granito de arena una vida mejor entre la gente campesina.
Tuvimos la dicha de inaugurar dos proyectos, uno ya acabado y otro con un 70% de adelanto. En los dos la satisfacción y las ganas de seguir progresando se hacían notar mucho en ambas comunidades. En la primera, Shauindo Pampa, las beneficiarias más directas eran las mujeres que tendrían un módulo de cuyes donde podrán criar cuyes para vender en el mercado y también para su propia alimentación. Ellas son las que harán, junto con sus esposos, esos pequeños trabajos de dar la hierba a los cuyes, de cultivar la alfalfa, de sembrar las verduras y hortalizas, como acelga, rabanitos, lechugas…para tener una alimentación balanceada. La comida comunal, a base de cuy con papas y arroz, junto a la pared de la capilla lo decía todo.
El otro proyecto se realizó en una zona mucho más pobre, porque carecen de agua, y sólo en pequeñas concavidades pueden cultivar algunos productos como maíz, arveja o el pasto para los animales. En Choruro sólo les queda salir a la costa para sobrevivir. De hecho, sólo hay 7 niños en el programa no escolarizado de infantiles, pues no hay ni escuela. La construcción de 42 cocinas, les permitirá no inhalar los humos tóxicos de las cocinas que ellos tenían al hacerlo sobre tres piedras, con unos fierros de soporte y sin chimenea. Aquí la alegría de haber terminado bien la obra los llevó a tener una fiestecita con baile.
Frente a esto, símbolo de progreso y unidad, nos encontramos posteriormente al bajar a Chiclayo con que el puente Cumbil que une a las tres provincias de Chota, Cutervo y Santa Cruz estaba bloqueado por los manifestantes contra el gobierno y durante 24 horas no dejaron a nadie pasar por él. Había una enorme fila de camionetas, ómnibus, tráileres que no podían pasar durante muchas horas. Nadie les podía hacer entrar en razón de que esa no era la forma justa de protestar haciendo mucho daño a otras personas, que son sus mismos paisanos y que el daño es para ellos mismos que luego verán aumentados los precios de los productos.
Pero si nos cierran una puerta, hay que buscar abrir otra. No muchos, pero sí unas cuantas camionetas, una cisterna de combustible e incluso un camión con pescado para Chota intentamos salir adelante dando la vuelta por una trocha de mala muerte con dos horas más de carretera. Tan fue así que al camión pesquero se le rompió una llanta y parado en medio de la trocha tuvo que arreglarla sin poder dar pase a ningún otro carro hasta que se arregle el suyo debido a la estrechez de la trocha. ¡Qué imprecaciones y maldiciones echaba el dueño de la mercancía contra los manifestantes porque se estaba deshielando el camión frigorífico a causa del calor y el pescado llegaría malogrado a Chota! Otros tenían cita médica que no podían retrasar o vuelo hacia la ciudad de Lima. En fin, querer reclamar un derecho, si se tiene, no puede hacerse a base de perjudicar a otras muchas personas o de destruir las calles, monumentos y ornato de las ciudades, como en Lima principalmente.
Por eso, que, frente a la destrucción, el caos y la anarquía nosotros apostamos por construir, edificar y trabajar por un mundo mejor. Como dicen los obispos del Perú: “¡Seamos constructores de paz con justicia! Vemos con mucho dolor la dura confrontación política y social en nuestra patria. Lamentamos la violencia desatada porque la violencia solo engendra más violencia. La muerte de más de 50 hermanos peruanos es una profunda herida en el corazón de nuestro Pueblo; así como el sufrimiento de todos los heridos, civiles y policías. Esto nos exige cambiar decididamente el rumbo: ¡queremos la paz!… En el Perú, todos somos necesarios para construir la patria. ¡Basta de promover polarizaciones! ¡Dejemos de lastimarnos unos a otros! ¡No más enfrentamientos! Esta situación exige diálogo, escucha y decisión”.
Si queremos trabajar por la paz comencemos primero a ser pacificadores en nuestras casa y hogares. Cuando uno vive en paz con sus semejantes o familiares, estará más dispuesto para entenderse también con los que piensan distinto o son de otra opción política. La buena política, y todos hemos de ser políticos, es la que mira por el bien de la “polis”, de la ciudad o de la comunidad.
En este enfrentamiento y polarización que nos encontramos en Perú sólo vendrá la paz cuando decidamos respetarnos como hermanos porque como dijo san Agustín “la paz de todas las cosas es la tranquilidad del orden” (CD 19,13,1). Y el Papa Francisco, nos dice en la Fratelli Tutti: “En muchos lugares del mundo hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas, se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia” (FT 225).
Ángel Herrán OAR