Laura deseaba consagrarse a Dios en un convento de clausura. Al impedírselo las circunstancias, solicitó el permiso de su confesor y el 8 de diciembre de 1892, a la edad de 17 años, hizo voto de perpetua virginidad. Este día lo celebraría a lo largo de toda su vida, al igual que el 13 de octubre, en que fue bautizada, con una jornada de retiro espiritual. Ya desde entonces no tenía otro ideal que el de la santidad: «Quiero ser santa, pero santa de verdad». «Jesús mío, el ideal que persigo eres tú y sólo tú».
La llegada a Maracay en 1892 del párroco Vicente López Aveledo fue providencial. En la ciudad se había desencadenado una terrible epidemia que sembró el luto y la desolación en las familias. El párroco invitó a la joven Laura a colaborar en el pequeño hospital que acababa de abrir para atender a las víctimas de la epidemia: la respuesta de Laura fue entusiasta. Se trasladó a vivir al hospital y se entregó de lleno al servicio de los enfermos. Su labor fue tan eficaz que se le confió su dirección. En él era la animadora del grupo de jóvenes voluntarias conocidas corno las «Samaritanas».
El 22 de enero de 1902 Laura ratifica su voto de virginidad y el 13 de septiembre del año siguiente pronuncia los votos perpetuos de pobreza, obediencia y castidad. En la profesión cambió su nombre por el de Maria de San José.
En 1905 fundó en Maracay la primera casa para huérfanas. A ella siguieron otras fundaciones a un ritmo acelerado. La Madre Maria, que dedico su larga existencia al cuidado de los ancianos y de los niños desamparados en los que veía la figura de Cristo, nos ha dejado un mensaje de perenne actualidad: dar acogida a los más pobres, a los más débiles, a los marginados, con el mismo amor con que ella los acogía.
Murió en Maracay, el 2 de abril de 1967, y fue beatificada por Juan Pablo II el 7 de mayo de 1995, siendo la primera venezolana que ha sido beatificada.
Documento relacionado: Biografía de la Beata María de San José (PDF, 79 kb)