El P. Mariano fue un santo de lo cotidiano. De carácter firme, pero generoso y sensible. Amable y cercano en la relación personal. Devoto fervoroso de María, enamorado de su sacerdocio y del ministerio sacerdotal, amante de la Eucaristía, que celebraba con singular devoción.
Murió el 5 de abril de 1983 y fue beatificado el 5 de noviembre de 2006 en la catedral de Sâo Paulo (Brasil), por el Cardenal José Saraiva, Prefecto de la Congregación para los Santos.
Sus restos descansan al lado del altar de su querida Virgen de la Consolación, en la Iglesia de san Agustín de Sâo Paulo.