Ciclo A. Domingo II de Adviento. Mt 3, 1-12
Invocación al Espíritu Santo
Invocamos al Espíritu Santo con las palabras de san Agustín
¡Ven Espíritu Santo, por quien se santifica toda alma piadosa que cree en Cristo para hacerse ciudadano de la ciudad de Dios! (en. Ps. 45, 8) Ven Espíritu Santo, haz que recibamos las mociones de Dios, pon en nosotros tu fuego, ilumínanos y elévanos hacia Dios (s. 128, 4).
Lectio
Con un corazón bien dispuesto, con serenidad, lee sin prisa las siguientes palabras, degustándolas y dejándote impactar por ellas:
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: -«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». Este es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: «Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”.
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
-« ¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?
Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Abraham es nuestro padre”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abraham de estas piedras.
Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias.
Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».
Meditatio
Meditemos ahora con el comentario de san Agustín sobre estas palabras del evangelio según san Mateo:
«Preparad el camino al Señor». La voz del que clama en el desierto, la voz del que rompe el silencio. Preparad el camino al Señor: como si dijera: «Mi sonido va dirigido a hacer que él entre en los corazones; pero no se dignará venir al lugar donde yo quiero introducirlo a no ser que le preparéis el camino». ¿Qué significa: Preparadle el camino, sino: «Suplicadle como es debido»? ¿Qué significa: Preparadle el camino, sino: «Tened pensamientos de humildad»? Recibid de él el ejemplo de humildad. Lo toman por Cristo, y dice que no es aquel por quien lo toman; no se apropia del error ajeno ni siquiera para alimentar su orgullo. Si hubiese dicho que era él, ¡qué fácilmente hubiesen creído a quien ya creían que lo era antes de decir nada él! Pero no lo dijo; reconoció quién era, se diferenció de Cristo, se humilló. Vio dónde tenía su salvación; comprendió que era una lámpara, y temió que el viento de la soberbia la apagara» (s. 293, 3).
«Tú debes ser justo contigo, incluso castigándote; pues la primera justicia del hombre consiste en castigarte a ti mismo, por ser malo, y así Dios te hará bueno. Y esta primera justicia del hombre le abre el camino a Dios, para que venga a ti. Ábrele el camino por la confesión de tus pecados. Así actuaba san Juan, cuando bautizaba con el agua de la penitencia, y quería que vinieran a él los arrepentidos de sus acciones pasadas, y les decía: Preparad el camino al Señor, haced rectos sus senderos. Si tú, hombre, te complacías en tus pecados, que ahora te desagrade eso que eras, para que puedas ser lo que no eras. Preparad el camino al Señor; que preceda esta justicia, por el reconocimiento de tus pecados; vendrá él a visitarte, puesto que pondrá en el camino sus pasos; ya tiene dónde poner sus pies, y por dónde puede acercarse a ti. En cambio, antes de confesar tus pecados, el camino estaba obstruido a Dios para llegar a ti. No tenía senda para acercarse. Confiesa tu vida, y abrirás la vía, y a ti vendrá Cristo, pondrá sus pasos en el camino; y así te instruirá para que sigas sus huellas» (en. Ps. 84, 16).
Oratio
Oremos ahora desde lo profundo de nuestro corazón con el texto. Te sugiero las siguientes frases y preguntas que pueden despertar en ti el diálogo con Dios y, a la vez, suscitar afectos y sentimientos en tu diálogo con Dios. No pases a otra frase o pregunta si todavía puedes seguir dialogando con Dios en alguna de ellas. No se trata de agotar esta lista, sino de ayudarte a orar con aquellos puntos que se ajusten más a tu experiencia personal:
1. «Preparad el camino al Señor» (Mt 3, 3).
¿Qué significa preparar el camino del Señor?
¿Cómo puedes prepararle concretamente el camino al Señor en tu vida?
2. «¿Qué significa: Preparadle el camino, sino: «Tened pensamientos de humildad»? Recibid de él (Juan Bautista) el ejemplo de humildad» (s. 293, 3).
¿Qué significa para ti tener pensamientos de humildad?
¿Cómo puedes imitar el ejemplo de Juan Bautista?.
3. Ora con la frase: «Ayúdame a preparar tus caminos, Señor»
Contemplatio
Te propongo algunos puntos de contemplación interior afectiva. Una vez más, no hace falta que los sigas todos, sino que escojas el que se ajuste más a tu experiencia personal:
- Contempla a Juan el Bautista, y cómo predica con fuerza y convicción la palabra de Dios. Contempla y pide el mismo entusiasmo y convicción para tu vida.
- Contempla cómo Cristo por medio de su espíritu endereza los caminos de tu corazón. Contempla qué es lo que tiene que quitar para hacerlos rectos y llanos para él.
Communicatio
Piensa en todo lo que puedes compartir con los que te rodean de la experiencia que has tenido de Dios, particularmente lo relativo a prepararle un camino al Señor. Pueden ayudarte, como una guía, los siguientes puntos para compartir con tu comunidad la experiencia de lectio diuina sobre este texto:
*¿Qué he descubierto de Dios y de mí mismo en este momento de oración?
*¿Cómo puedo, en estos momentos de mi vida, aplicar este texto de la Escritura? ¿Qué luces me da? ¿Qué retos me plantea?
*¿A qué me compromete concretamente este texto de la Escritura en mi vida espiritual, en mi vida de comunidad?
*¿Cuál ha sido mi sentimiento predominante en este momento de oración?
Oración final de san Agustín
Vueltos hacia el Señor
«(Dios) nos llama a la conversión; espera que nos convirtamos; nos perdona si nos convertimos y nos corona si no nos apartamos de él» (s. 29A, 2)