El cardenal Jorge Bergoglio en la parroquia Nuestra Señora de la Consolación de Buenos Aires deseó a la comunidad agustina que, “en este nuevo centenario que empieza ahora, no se queden quietos y tengan coraje”.
“Escuchen la utopía de los jóvenes, abran su corazón a la sapiencial memoria de los ancianos”, añadió el arzobispo, quien recibió un cerrado aplauso de los fieles, algunos de los cuales filmaron o sacaron fotos durante la ceremonia.
La misa fue concelebrada por el vicario de Belgrano, monseñor Horacio Benítez Astoul, y más de veinte sacerdotes, en la parroquia Nuestra Señora de la Consolación, que estuvo colmada de fieles, a tal punto que muchos debieron permanecer de pie e incluso ocupar las galerías superiores.
El vicario de la Orden en Argentina, Carlos María Domínguez, agradeció a los agustinos recoletos de Santa Fé, Rosario, Mar del Plata, San Andrés y Villa Maipú antes de finalizar la ceremonia, y explicó que había sido concedida una indulgencia plenaria para los presentes que comulgaran, se confesaran, hicieran un acto de piedad y rezaran por las intenciones del papa Benedicto XVI.
Centenario
El cardenal invitó a preguntarse “si tenemos corazones en movimiento o estamos demasiado quietos, si somos protagonistas”. Una pregunta que propuso “hoy, de manera especial, al cumplirse cien años de la restauración de la provincia de los agustinos recoletos”.
“El mensaje del Evangelio no es para guardar en latas de conservas”, enfatizó Bergoglio. El cardenal comentó en su homilía un pasaje del Evangelio de San Juan que dice que “de sus entrañas brotarán manantiales de agua viva” y explicó que el texto se refería al Espíritu Santo. “El Espíritu empuja. Por el Espíritu se cumple esa dinámica del Reino que es siempre expansiva”, señaló Bergoglio, quien recordó las parábolas de la semilla y de la levadura.
“El Espíritu es aquel que nos acompaña, nos da esperanza, nos hace cambiar, el que gime dentro nuestro”, reflexionó. “El Espíritu no nos deja quietos. No deja quietas a las comunidades cristianas, no deja quietos nuestros corazones”, aseguró. “Cuando uno encuentra una persona, una comunidad o una iglesia que están demasiado quietos, el Espíritu Santo no está en ellos. Les falta el Espíritu de vida, aquello que las empuja hacia fuera”, añadió.
El purpurado explicó que “en cada etapa de la vida el Espíritu actúa de manera diferente”, haciendo que “los mayores marquen el camino, sean proactivos y no reactivos, que los ancianos derramen su memoria sapiencial, y los jóvenes tengan ilusiones, utopías, que son las que marcan horizontes”.