El prior general comienza su mensaje consternado por la tragedia y los “tremendos y traumáticos efectos” producidos por el terremoto en Haití. Invita a todos a ponerse en el lugar de las víctimas: Esta catástrofe “pudiera haber acontecido en nuestros propios países, afectándonos directamente a nosotros y a nuestros familiares y amigos”.
Tras un breve repaso a la situación de pobreza que vive el país y a las informaciones que nos van llegando gracias a los medios de comunicación, el prior general invita en su mensaje a no permanecer como meros espectadores: “transcurridos los primeros días de desconcierto no podemos contentarnos con recibir pasivamente la información correspondiente, para saber cómo se va desarrollando este suceso y sus consecuencias”.
Desde el seminario de Mira-Nila (Filipinas) el padre Guerra propone algunas ideas para que las comunidades y los miembros de la familia agustino-recoleta se muestren cercanos a los hermanos de Haití: “Os envío este mensaje de condolencia y solidaridad que compartimos con todos los afectados, solicitando a todos los miembros de la familia agustino-recoleta, además de la oración ferviente al Señor por el eterno descanso de las víctimas de esta tragedia y por la recuperación de todos los afectados, al apoyo real y efectivo que sea posible para contribuir a la reconstrucción del país. Cada uno –comunidades, centros pastorales, ministerios concretos, fraternidades, grupos– verá sus posibilidades y la forma práctica de realizar esta buena obra cristiana y humana”.
El mensaje concluye con una oración del propio prior general: “Por tu infinita misericordia, abre a todos los fallecidos las puertas de la vida eterna, para que puedan descansar para siempre en tu regazo paterno. Mira compasivo los sufrimientos de todos los heridos y afectados, alivia sus penas y dolores y concédeles la recuperación de la salud; robustece su fe para que confíen siempre en tu infinita misericordia. Concédenos a todos la abundancia de tu poder y tu gozo para poder servirte con mayor entrega, ayudando generosamente a los hermanos que viven en la angustia y en necesidades extremas, mitigando los efectos de las tragedias naturales, conscientes de que lo que hacemos por ellos, lo hacemos por Cristo en quienes Él, especialmente en estos momentos, se siente identificado”.