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Antonio Carrón, nuevo doctor en Filosofía con una tesis sobre la influencia de san Agustín

El aula magna de la Facultad de Filosofía granadina se quedó pequeña para albergar a todos los acompañantes de Antonio Carrón: religiosos de las distintas comunidades de Granada, parte de su familia, compañeros de la universidad, amigos, y los alumnos de bachillerato del colegio Santo Tomás de Villanueva, donde, actualmente, desarrolla su labor docente.

La tesis aborda la influencia del pensamiento agustiniano en la obra de María Zambrano, la filósofa española más importante del siglo XX. En la introducción del trabajo elaborado por el religioso agustino recoleto –que será publicado próximamente- el autor da una pincelada sobre la importancia del pensamiento agustiniano: “San Agustín es uno de esos filósofos cuyo pensamiento está siempre de actualidad, permanece vivo pese a las vicisitudes de la historia. Más aún, se hace especialmente presente en las grandes crisis de la cultura. Hoy, que asistimos a uno de los sesgos más radicales de la historia de la humanidad, el pensamiento del obispo de Hipona vuelve a emerger como punto de referencia de una filosofía que necesita adaptarse a los nuevos tiempos. Como testimonio de ello, y a modo de ejemplo, este estudio pretende mostrar la influencia de Agustín en María Zambrano, una de las pensadoras más representativas y originales con que ha contado la cultura occidental en los últimos años”.

María Zambrano



La tesis aborda la influencia del pensamiento agustiniano en la obra de María Zambrano, la filósofa española más importante del siglo XX.
María Zambrano, premio Príncipe de Asturias de Humanidades en 1981 y Cervantes en 1988, es una figura clave para la cultura hispánica. Discípula de Ortega y Gasset, de Zubiri y de García Morente, sintetiza la tradición filosófica occidental: la existencial, la fenomenológica y vitalista, la de Spinoza y la de los griegos, inspirada en el pensamiento de Plotino. Su afinidad con los pensadores órficos y neoplatónicos, su utilización metafórica de muchos de los grandes símbolos tradicionales la lleva a la formulación de conceptos como el de «la razón poética», que constituye uno de los núcleos fundamentales de su pensamiento. Lo que se propone no es otra cosa que la creación de la persona a partir de una metodología que se articula en torno a esa razón poética. Ser mirado sin ver, abrumado ante una realidad que permanece oculta; el ser humano, para María Zambrano, tiene la capacidad de ver a su alrededor, aunque no a sí mismo.

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