Sierra Leona
—¿Padre Raúl, cuándo fue usted por primera vez a Africa? ¿Cuántas veces ha vuelto y en qué sitios ha estado? Fui por primera vez a África formando parte del primer grupo que fundó nuestra misión de Kamabai, en Sierra Leona. Llegamos a finales de 1996, no recuerdo si el 27 o el 30 de diciembre. Desde que tuvimos que salir, en 1998, me parece haber vuelto a Sierra Leona cuatro veces más: los años 2001, 2002 y 2004, cuando finalmente se pudo reabrir la misión, y también en 2008. Ese año yo estaba en Kenia dando un curso de formación permanente y el provincial me mandó pasarme por la misión de Kamabai en calidad de visitador oficial. Otros países africanos que he podido visitar han sido Costa de Marfil, para sacar el visado durante las revueltas de Sierra Leona. También he pasado por Guinea-Conakry, haciendo escala camino de Sierra Leona.
—¿Cual es la situación actual en Sierra Leona? La situación actual del país en cuanto a seguridad es buena. Parece que se puede trabajar tranquilamente y se puede viajar hasta los poblados más apartados. En cuanto a la economía, el país sigue todavía dentro de un túnel, sin que se vea salida. No llegan las inversiones, y la electrificación, que se esperaba como la llave del futuro, lleva un ritmo desesperante. La presa gigante que se estaba construyendo ha resultado defectuosa y el proyecto se abandonó por el momento, después ya de haber montado miles de postes y cientos de kilómetros de cable de alta tensión. La educación es lo que le ocupa más a la Iglesia y por tanto a nuestros misioneros. Además de atender entre las dos comunidades a más de 100 escuelas, los agustinos recoletos estamos estableciendo con gran anticipación la secundaria en Kamabai; y está ya reabierto el centro de preparación técnica, gracias a la ayuda que principalmente llega de España.
—Usted acaba de estar en uno de los monasteries de agustinas recoletas de Kenia: ¿qué ha ido a hacer? ¿cómo ha encontrado a las hermanas?
Efectivamente, he estado en nuestro monasterio en Wote, Makueni, diócesis de Machakos. Es el monasterio de Nuestra Señora de la Consolación, fue fundado en 2006 y ha sido inaugurado el 8 de septiembre de 2008. He estado allí desde el pasado 23 de marzo hasta el 20 de abril, dedicado a dar charlas intensivas de vida religiosa. La comunidad está llena de vida y de futuro. Con las dos formadoras, la española madre Mª José y sor Judith, filipina, viven 19 hermanas keniatas; ocho de ellas son de votos simples, cuatro son novicias, y siete postulantas. Y hay más que están a la espera.
—¿Que sabe del otro monasterio de Kenia?
El otro monasterio, que pertenece a la federación de agustinas recoletas de México, queda lejos y no tuve la oportunidad de visitarlo. La única cosa que sé es que, cuando fundaron, nuestras monjas mexicanas, antes de tomar posesión de su casa, más al norte, estuvieron unos meses en el monasterio de Wote para un período de adaptación. Les apoya un grupo de religiosos españoles, así como el obispo de la diócesis. Seria bueno que se hiciera por acercarnos más a ellas, porque están aisladas y sin medios propios.
Vocaciones autóctonas
—¿Qué perspectivas vocacionales ve para la Orden en África?
Ahora mismo, en el ámbito vocacional no hay que hablar sólo de Sierra Leona. En este país, efectivamente, los agustinos recoletos tenemos dos seminaristas, que estudian en el seminario diocesano. Son hijos de nuestros maestros, y los conocemos desde pequeños. Aunque ya están terminando la filosofía, todavía es pronto para hacerse ilusiones. Pueden surgir otras vocaciones, tanto para nuestra vida religiosa y sacerdotal como vocaciones contemplativas.
Pero hay también dos nigerianos con la filosofía hecha, que supieron de nosotros por Internet. En un primer momento, contactó con ellos el agustino recoleto Joseph Shonibare, de la comunidad sierraleonense de Kamalu. Él es inglés de procedencia nigeriana y pudo visitarlos cuando estuvo con su familia en Nigeria.
El provincial de la provincia de San Ezequiel, junto con su consejo, respalda la propuesta de la comunidad local de traer a estos últimos a Filipinas para continuar su formación. En Filipinas tendrán que pasar un asesoramiento académico, convivir con los formandos del filosofado y pasar luego al prenoviciado. Luego vendrán los cuatro años de teología.
Por otro lado, las monjas agustinas recoletas me aseguraban que algunos familiares suyos desearían ser religiosos o sacerdotes. En fin, es un campo prometedor que habría que explorar.