Este año, la fiesta de san Agustín se celebra con especial relieve al cumplirse 650 años de la construcción de su monumental sepulcro, que se conserva en la iglesia de San Pietro in Ciel d’Oro, en Pavía, al norte de Italia.
Peregrinación póstuma
Aunque el santo Doctor murió en Hipona, la actual Annaba (Argelia) el año 430, sus restos peregrinaron por distintos lugares a lo largo de los siglos. A comienzos del siglo VI los obispos africanos fueron expulsados de sus sedes por el rey vándalo Trasamundo. Salieron llevándose consigo el tesoro más valioso de la iglesia africana, los restos de Agustín. Los depositaron en la isla de Cerdeña (Italia), en la iglesia de San Saturnino de Cagliari, donde permanecerán más de dos siglos y cuarto.
Alrededor del 722 hubo que trasladar de nuevo las venerables reliquias. El motivo fue, esta vez, el avance de los musulmanes, que amenazaban la isla. El rey longobardo Luitprando consiguió rescatarlas pagando por ellas una gran suma de dinero. Los restos fueron solemnemente transportados hasta la capital de su reino, Pavía, y allí depositados en San Pietro in Ciel d’Oro dentro de un cofre de plata, que todavía se conserva hoy.
El mausoleo
En la cripta de esta iglesia, junto a los restos del filósofo cristiano Severino Boecio, descansaron los huesos de Agustín hasta que, a mediados del siglo XIV, los agustinos quisieron labrarle un mausoleo de extraordinaria belleza que debería ubicarse en la parte noble del templo. La obra tardó en concluirse no menos de 20 años (1360-1380), pero la única fecha segura es la de 1362, que figura grabada sobre el mármol. Ahora se cumplen 650 años.
Lo que se conoce como “el arca de san Agustín”, que contiene su cuerpo, pretende ser un compendio de la fe y la vida del Doctor de la Gracia. Tiene 3,95 metros de alto, 3,07 de ancho y 1,68 de profundidad, todo en mármol blanco de Carrara. Esta enorme superficie está labrada con gran profusión: un total de 50 bajorrelieves, 95 estatuas -sin contar los animales- y 420 cabezas de ángeles y santos.
Centro de devoción
La ciudad de Pavía está enclavada en la ruta que comunica con Roma la Europa central y nórdica. Por eso el sepulcro de san Agustín ha sido durante siglos meta de peregrinación. Y lo sigue siendo hoy. Entre los miles de peregrinos que han acudido a suplicar al Santo de Hipona, son de destacar varios de los últimos papas: Pablo VI oró ante los restos del Santo en 1960, Juan Pablo II visitó la tumba en 1984 y Benedicto XVI hizo lo propio en su primer viaje italiano, el año 2007.