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Mark Powell: “Traducir las nuevas constituciones al inglés ha dejado en mí un mayor sentido de pertenencia a la Orden”

Pregunta.- Comencemos, si le parece, por establecer una comparación con la versión inglesa anterior: ¿Qué opinión le merece? ¿Se atrevería a compararlas con la que usted ha llevado a cabo ahora?
R.- Mi impresión es que la anterior traducción inglesa, que ha estado en vigor durante más de veinte años, fue una tarea realizada en muy poco tiempo. Yo diría que era una traducción excesivamente literal del texto español original; aunque con palabras inglesas, seguía sonando a español. Da la impresión de que fuera un primer borrador impreso precipitadamente, sin el necesario proceso de revisión y edición. Con todo, hay que reconocer que ha estado en vigor durante unos cuantos años y que, a pesar de sus fallos, ha rendido un buen servicio.

P.- ¿Esta suya es una traducción enteramente nueva? ¿Le ha llevado mucho tiempo?
R.- En octubre de 2011, el Vicario Provincial de Inglaterra me pidió traducir al inglés las modificaciones introducidas por el Capítulo General del año anterior. Éste era un encargo que el Prior General le había hecho a nuestra Vicaría. Y así empecé, limitándome a traducir los cambios. Pero enseguida me di cuenta de que aquello no era práctico. Mi estilo era completamente diferente al de la versión anterior. Además, me había dado cuenta de que en aquella había ciertas deficiencias. De manera que decidí intentar una traducción nueva de todo el documento.

Para finales de marzo de este año, 2012, ya tenía terminado el borrador de la traducción. Debido a mis obligaciones pastorales, tenía que buscar ratos sueltos que poder dedicar a la corrección. Lo que más me ha costado de la traducción ha sido encontrar tiempo; aunque, a medida que avanzaba, la tarea se me fue haciendo más fácil.

Haren Sesión de trabajo P.-¿Qué es lo que más le costó? ¿Puede indicar algunas dificultades concretas?
R.- Puede parecer ridículo, pero una dificultad concreta era la del uso de letras mayúsculas en los títulos o cargos dentro de la Orden: ¿Debía escribir: “Vicario Provincial” o “vicario provincial”? ¿”Capítulo Provincial” o “capítulo provincial”? Reconozco que, personalmente, tiendo a poner siempre mayúsculas, y en Inglaterra tenemos la costumbre de usar mayúsculas donde no serían estrictamente necesarias. Y no hay reglas claras. El caso es que este asunto llegó a preocuparme bastante.

Otro ejemplo. Algo que se me convirtió en un quebradero de cabeza fue la palabra española “ecónomo”, que dentro de la Orden usa todo el mundo, sin distinción de lengua ni nacionalidad, para referirse a la persona encargada del dinero, al nivel que sea. Pues bien, en inglés esa palabra polivalente y universal no existe, y no me resultaba fácil optar entre los varios términos posibles.

En cualquier caso he de decir que, a lo largo de todo el trabajo, mi preocupación fundamental fue siempre asegurar una traducción completamente clara y precisa.

Un incansable trabajo en solitario y en equipo

Haren Charles Huse P.- ¿Qué le ha parecido el hecho de designar una comisión que revisara su traducción?
R.- Estoy convencido de que eso es algo esencial en el proceso de elaborar un texto final. Una traducción nunca la puede hacer una comisión; por definición es tarea que debe realizar una persona sola. Pero la segunda fase del trabajo consiste en revisarla e introducir en ella todas las correcciones que sean necesarias, y para ello se necesita de otras personas. Nuestra experiencia es la mejor prueba. A la vista de como nos ha ido, me atrevería a decir que es el método más apropiado para afrontar cualquier traducción de importancia que la Orden quiera acometer en el futuro.

P.- ¿Diría usted, entonces, que la Comisión ha formado un buen equipo?
R.- Yo diría que ha funcionado extraordinariamente bien. Las tres personas que formábamos la Comisión –Charles Huse, Romeo Potencio y yo estábamos un poco preocupados por el hecho de tener que trabajar juntos. Charles y Romeo ya se conocían, pues se habían encontrado alguna vez en los Estados Unidos, pero yo no los conocía de nada y, desde luego, nunca habíamos trabajado en equipo.

Creo que el Espíritu Santo estuvo presente con su poder. De hecho, desde el momento en que nos encontramos vimos que los tres estábamos ilusionados con el trabajo. Y nos dimos también cuenta de que el hecho de tener edades tan distintas y provenir de diferentes áreas culturales, iba a ser una gran ventaja. Desde el primer momento, sentimos fuertes vínculos de simpatía, colaboración y amistad.

Haren Romeo Ben Potencio P.-¿Cuál ha sido su forma de trabajar?
R.- Era muy simple. Todos los días, de 9,30 a 13 y de 16 a 18, nos reuníamos en la sala de consejos de la Curia General. Sobre una de las paredes proyectábamos el texto de mi traducción; un texto que mis compañeros ya conocían y habían estudiado previamente. Yo leía en voz alta y los tres íbamos interviniendo con comentarios, posibles enmiendas y correcciones gramaticales o de sintaxis. La destreza de Romeo con el ordenador hizo nuestro trabajo mucho más sencillo. Por otro lado, el conocimiento gramatical de Charles es envidiable. En conjunto, y sobre todo, fue un trabajo de equipo.

Sin dejar de ser cansado, este método de trabajo fue una forma agradable de trabajar. Yo había terminado la traducción en marzo y luego la había dejado de lado hasta olvidarme de ella. A comienzos de julio, cuando nos reunimos para revisarla, me di cuenta de que el asunto lo miraba con cierta distancia. Ya no me parecía una traducción mía, algo que yo tuviera que defender a toda costa. Al contrario, creo que los tres éramos objetivos en nuestro análisis.

P.- ¿Partieron de algunos acuerdos previos? ¿Qué criterios adoptaron?
R.- Desde el comienzo, quedamos de acuerdo en que el texto fuera fiel a mi estilo de inglés y en que, cuando una palabra admitiera diferentes formas ortográficas, daríamos la preferencia a la grafía usada en el Reino Unido. Y conste que la sugerencia no fue mía. Por lo demás, siempre nos aseguramos de que el término elegido fuera entendido fácilmente en todas partes.

Ya he dicho antes que yo suelo abusar de las mayúsculas, y para mí era importante ponernos de acuerdo en este punto. Decidimos que los titulares de un cargo y los propios oficios, así como los nombres de los órganos administrativos y de gobierno de la Orden siempre fueran en minúscula, de no ser que se refirieran a una persona, cargo, órgano o acontecimiento en particular. Por ejemplo, “prior provincial” lo escribimos siempre en minúscula, mientras que “Prior General” va en mayúscula. En relación con el gobierno de la Orden, hablamos de “capítulos provinciales”, pero escribimos “el Capítulo Provincial de 1998”. Resumiendo, decidimos reducir las mayúsculas lo más posible. Alguien probablemente criticará nuestra decisión, pero corríamos el riesgo de usar las mayúsculas sin control. Personalmente tengo la impresión de que ese es uno de los defectos de la versión anterior de las constituciones. En fin, otra cosa que decidimos –y soy consciente de que esto puede disgustar a algún lector fue que los pronombres referidos a las personas divinas también irían en minúscula, a no ser que en una determina frase resultaran difíciles de entender.

Haren Sesión de trabajo P.- ¿Hubo determinadas palabras que ofrecieron dificultades especiales?
R.- Ya he comentado el problema que me esperaba con el termino español “ecónomo”. Pero una vez que repasamos las distintas opciones y sus significados: “treasurer”, “bursar”, “finance officer” etc, inmediatamente nos pusimos de acuerdo; bastó con preguntarnos qué palabra se usa de ordinario tanto en Filipinas como en Estados Unidos e Inglaterra, para referirse al que desempeña ese cargo. La palabra era la misma, “procurator”, y esa fue la que elegimos para referirnos a ese oficio, tanto a nivel local como provincial.

Vimos claro que el uso de la palabra “procurator” nunca va a llamar a confusión. La única excepción quizá se dé en la Curia General de la Orden, ya que hay un oficio que es el del Procurador General ante la Santa Sede. En este caso, para evitar malentendidos, decidimos usar el título de “General Treasurer” para designar al responsable de la economía a nivel general.

Otras traducciones

Haren Huse, Powell y Potencio P.- ¿Han traducido también los índices, la Regla de san Agustín y la Forma de vivir de Fray Luis de León, que se incluyen junto con las constituciones en español?
R.- Hemos traducidos los índices, que nos parecían parte integrante de nuestra tarea. Sobre la Regla y la Forma de vivir , discutimos si intentar o no una traducción, y vimos que quedaba fuera de nuestra competencia. El original de la Regla está en latín y ninguno de nosotros era experto en esa lengua. Tampoco habría tenido sentido haber hecho la traducción a partir de la versión española. Además, nos parecía que la Regla es parte del patrimonio universal de la Iglesia, por lo que es preferible usar una traducción ya hecha por un especialista en ese campo.

Respecto a la Forma de vivir de Fray Luis de León, adoptamos un punto de vista semejante. Al estar escrita en español antiguo, la traducción tiene que hacerla un especialista, que estará capacitado para recoger y plasmar en inglés todos los matices. Además, sinceramente, no vimos la necesidad de una nueva traducción, aunque somos conscientes de que en la versión inglesa existente hay algunas incorrecciones. Si fuera necesario, se podrían corregir esos fallos.

P.- ¿Algún otro comentario que se le ocurra?
R.- Nunca había llevado a cabo una traducción de esta envergadura, y estoy feliz por haber podido hacer este servicio a la Orden. Los tres religiosos que formamos la comisión hemos recibido de la comunidad de la Curia General todo el apoyo necesario; e igualmente hemos tenido la oportunidad de visitar la céntrica casa de Via Sistina y hemos disfrutado de su hospitalidad. Nos causó un poco de sorpresa la seriedad e importancia que se daba a nuestro trabajo. Y, por mi parte, puedo decir que todo el proceso de la traducción ha dejado en mí un mayor sentido de pertenencia a la Orden. Por todo ello, estoy profundamente agradecido.

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