Nacida en el seno de una piadosa familia judía de Gibraltar en abril de 1801, su padre era descendiente de la tribu de Leví y rabino de la comunidad. Ya desde muy niña se sintió atraída por la fe cristiana e, ilustrada a sus ruegos por una criada católica de su hogar, sintió una especial devoción a María. Quiso leer y aprender más sobre la religión cristiana, a pesar de la dura oposición de sus padres, y a los 16 años huyó, anhelando ser bautizada y servir totalmente al Señor, a Medina Sidonia, distante más de ochenta kilómetros.
Bautizada solemnemente, con gran concurso de autoridades y fieles, en la iglesia mayor de Santa María la Coronada, entró en el vecino “convento de arriba” de agustinas recoletas de Jesús, María y José, donde vivió hasta los 86 años siendo un ejemplo de alma entregada, sencilla, humilde y caritativa, una santa. Muchos fieles, atraídos por su caridad, acudían al convento para recibir de ella atención, cuidado y consejos, tanto en las necesidades materiales como en las espirituales. Por ello su fama ha perdurado sencilla pero imperecedera entre las religiosas y entre el pueblo fiel.
Su proceso de canonización se abrió el 18 de noviembre de 2001 con asistencia de los entonces obispos de Cádiz y de Gibraltar, monseñores Antonio Ceballos y Charles Caruana. Ahora, tras el meticuloso trabajo del tribunal constituido en aquella ocasión y el testimonio de testigos y el juicio de los peritos en historia y en teología, ha llegado la hora de la clausura del proceso. Las religiosas, llenas de entusiasmo y coraje, animadas por los muchos devotos, han trabajado para llevar adelante el proceso.
Ceremonia
A las 10 de la mañana, bajo el imponente retablo renacentista, se encontraba llena de fieles, tanto de Medina como de Chiclana y de varias poblaciones del Campo de Gibraltar que encabezaban los alcaldes de Medina y de la ciudad del Peñón. Sus paisanos de Gibraltar, más de un centenar de peregrinos, llegaron guiados por su obispo, monseñor Ralph Heskett, y su vicario. Además de la comunidad de Medina, las agustinas recoletas llegaron también de Chiclana –la comunidad en pleno- y de Granada –conventos del Corpus y de Santo Tomás de Villanueva-; todas ellas presididas por la madre federal, sor Eva Oiz, llegada de León. Veinte sacerdotes formaron la corona del obispo en la celebración de la eucaristía; de ellos once eran recoletos, entre los cuales destacaban el padre general de la Orden, Miguel Miró, y los provinciales de San Nicolás de Tolentino y de Santo Tomás de Villanueva.
Invocado el Espíritu Santo con el canto de “Veni Creator”, se procedió a la sesión de clausura del proceso. El notario presentó las actas y el promotor de justicia certificó haber sido llevado el proceso según las estrictas normas del derecho. El obispo declaró auténticas las dos copias y encargó que fueran llevadas a Roma por el padre Samsom Silloríquez, agustino recoleto y postulador de la causa. Levantada acta de todo lo anterior, se pasó al precintado y sellado de las cajas en que irán las actas del proceso. Mientras tanto sonaba el himno de sor Amor de Dios cantado por los asistentes con la ayuda del coro de Nuestra Señora de los Remedios. Se cerró la sesión con unas palabras de monseñor Rafael Zornoza dando gracias a Dios y animando a orar por la glorificación de la Sierva de Dios.
Patrona de Gibraltar
A continuación se celebró una solemne eucaristía de acción de gracias en honor de nuestra Señora de Europa, patrona de Gibraltar y especial devoción de Simi, que también preside el coro conventual de la comunidad de Medina. Basándose en el Canto de María proclamado en el evangelio, monseñor Rafael resaltó cómo también “Simi, milagro de la bondad del Señor, sintió y cantó que Dios miró su pobreza y su humilde espíritu, y ahora la quiere exaltar. Que su vida sencilla de entrega y caridad, anime hoy a vivir en la fe y en la caridad”.
Al final el señor obispo dio gracias a Dios por este regalo para las diócesis y para toda la Iglesia y animó a encomendarse a Simi para conseguir gracias. La madre priora, sor Lourdes Lejo, agradeció el trabajo del tribunal y el testimonio de los testigos, así como la presencia de todos los participantes, comenzando por los señores obispos y el padre General de la Orden de Agustinos Recoletos. Y rogó asimismo que se invoque a Simi para alcanzar gracias y poder ser venerada en los altares. Era súplica y acción de gracias, que recibió un aplauso general de los presentes. La singularidad de la vida de Simi y el radiante atractivo de su figura radican tanto en su origen judío como en el hecho de ser figura ejemplar para los católicos de Gibraltar –que son la gran mayoría de los habitantes de la Colonia-, además de la sencillez de vida en su comunidad.